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Calidad

El intermodalismo solo es posible dentro de prácticas de calidad. Por el Sr. Jorge de Mendonça.
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EDITORIAL

Fuera de lo que hasta un niño puede comprender en cuanto al significado de calidad, en que alguna cosa es, parece o resulta mejor que otra, para que los aviones no se caigan, por ejemplo, el significado de calidad debe estar atado al concepto de excelencia.
Dos piezas o procesos realizados por empresas diferentes en lugares absolutamente desiguales, tienen calidad de excelencia si son perfectas en lo que a las exigencias normativas o de modelo se requieren.
En cuanto a economía, algo un poco más subjetivo que el tamaño, forma o material de una determinada pieza para la aeronavegación; el concepto lo necesitamos aplicar a la actitud en lo que se determina desde el Estado hacia el desarrollo sobre todo el territorio. Pero, en un país en que la economía está en crisis formal y real hace seis décadas, cualquier propuesta o cualquier juicio sobre la misma, no dejará de sufrir el peso de las ideologías.
¿Entonces? Nos queda lo posible, lo que se puede realizar con la certeza de que va a proveer a la mejora de las cosas, aunque sea desde un número pequeño de acciones que pudieran aportar a su multiplicación.
Los empresarios que saben o, por fin, han aprendido sobre cómo mejorar las cosas a partir de que el bolsillo les empuja las decisiones; y han comenzado a encontrar que transportar ya no es una cuestión de mover algo de un lugar a otro con el medio al cual se dedica, sino hacer la transportación mediante el proceso que, en cada paso, logre la mayor eficiencia comparativa.
El intermodalismo es una práctica que, irremediablemente, requiere de condiciones de calidad, de excelencia; pues en cada punto del territorio, las unidades de transporte requerirán ser idénticas, en su tipo, y necesitarán acciones equivalentes con capacidades y técnicas no diferenciadas entre las dos puntas de la transportación ni en sus partes intermedias.
El intermodalismo solo es viable con una actitud de calidad desde la excelencia.
La economía del operador logístico (intermodal)
Así como el intermodalismo es una economía de transporte, el rol del operador logístico surge a partir de ello: es un armador de relaciones permanentes o circunstanciales para sí o para terceros a fin de asegurar que una carga llegue de un punto a otro al menor costo y en el mejor tiempo posible, pero ya no ejecutando la operación de transporte por sí mismo, sino a través de un universo intermodal en que se pueda confiar en que una unidad de transporte (contenedor, semirremolque o vagón), viaja por el sistema porteado o traccionado por uno o más jugadores diferentes sin mayores riesgos en cuanto a la seguridad de que la carga y el dispositivo que la contienen arriben íntegros y en condiciones aceptables por todas las partes.
Eso solo es posible con una mínima cantidad de técnicas y procedimientos estandarizados que, con parámetros de calidad, cada jugador sepa ejercer y ejecute su parte.
Quizá, no estamos acostumbrados a asociar el enganche de un vagón, el “pino” para un contenedor o la quinta rueda para el semirremolque a prácticas que se originen en un espacio de excelencia.
Quizá por el imaginario colectivo en que los espacios del transporte solo obedecen a cuestiones toscas y brutas, es que no alcanzamos a darnos cuenta que, si cada uno de los actores y sus partes (empresas y empleados), no sabe sobre el proceso que le compete cumplir y el mismo no está como parte de una gran pieza que empalma y se articula con otras, entonces no obtendremos un resultado adecuado. Es más, quizá solo obtendremos una oferta inexistente, como la que subsiste en vastas regiones del país.
La simpleza de la calidad
Cuanto menos variantes existan para un mismo tipo de proceso o dispositivo, tanto más podremos estandarizar un sistema y lograr que éste incurra en acciones de calidad.
Allí es donde el contenedor pasó por muchas variantes, pero por medio siglo terminó instalándose en los de 20 y 40 pies, con mínimas variantes, pero siempre dentro de las mismas medidas de “amarre”, con lo que alcanzó tal grado de estandarización, que hoy el mercado ya puede pasar al siguiente paso: el contenedor de 53 pies, que se especializa en la carga de volumen, justamente, la de valor.
¿Por qué 53 pies que no es múltiplo de 20 o 40?
Porque otras simplezas fueron empujando (en el mercado doméstico de Estados Unidos) hacia ese nuevo estándar.
Los semirremolques, en mayoría, comenzaron a superar los 20 pallets por unidad a partir de los años 70, lo mismo que los vagones “cerrados” ya lo hacían y pasaron a albergar aún más cantidad de pallets que antes; mientras que llevar un contenedor en un camión o en un vagón seguía siendo una unidad limitada a 20 pallets.
Sin mencionar que pasaron 30 años entre medio, hoy, ese mercado se para en lo más simple: semirremolques de larga distancia y contenedores domésticos, sólo se incorporan para 30 pallets, 3 TEUs, 53 pies (contenedor del tipo ancho -widepallet-).
Los portacontenedores ferroviarios pasaron a albergar ese estándar (y por dentro del mismo, a los anteriores de 20, 40, 45 y 48 pies), con lo cual, sumado a los servicios fluviomarítimos de ese país, también con posiciones para semis y/o contenedores de esa medida de 53 pies, lograron una estandarización máxima: hacia una sola medida (o mayoritaria).
Es ahí cuando la alta complejidad del sistema intermodalizado nos muestra que la simpleza de la mínima cantidad de variantes los lleva, mediante procesos de excelencia, a una altísima calidad (y bajos costos y alta eficiencia para la economía del país).
¿Y nosotros?
Sumando el transporte inteligente, donde el factor de la eficiencia energética será clave, está en camino la autorización de los camiones de hasta 20,50 metros del tipo semirremolque, por lo que un tractor largo y un semirremolque de 16,15 metros (53 pies), se inscribirán dentro de ese límite, con lo que podríamos afirmar que sería el primer país de América del Sur que dispondrá de unidades para 30 pallets en sus normas (y en las rutas).
Resta que en los ferrocarriles y en las vías navegables, esos mundos tan individuales del transporte, pasen no solo a disponer soportes para esas medidas, sino que también comiencen a repensar sus universos, comenzando a comprender que es uno solo, que es el mundo de la logística al servicio de la economía del país.
Cuando eso suceda, comprenderemos que el intermodalismo son los negocios compitiendo sobre la mejor parte de cada modo de transporte.