“ESTAMOS TRABAJANDO PARA LOGRAR UNA IMPORTANTE DISMINUCIÓN DE FALLECIMIENTOS POR ACCIDENTES”

 

El ingeniero Federico Fernández Alonso, subdirector general de Gestión del Tráfico y Movilidad de la Dirección General de Tráfico del Ministerio del Interior de España, presentó el área que tiene a su cargo y detalló las propuestas que se utilizaron en ese país para disminuir la cantidad de accidentes de tránsito.


¿Qué es la Dirección General de Tráfico (DGT) y cuál es la función que cumple el área de Gestión del Tráfico y Movilidad?
La DGT es un organismo autónomo del Ministerio del Interior, responsable de todo lo que tiene que ver con la seguridad vial y la movilidad en España. Abarca desde la matriculación de los vehículos hasta la expedición de los permisos de conducir de los ciudadanos y el régimen de multas de tráfico en carreteras. Además de tener bajo su órbita la gestión del tráfico interurbano, la movilidad, el control y la vigilancia. En definitiva, todo aquello que tenga relación con la gestión del tráfico, la vigilancia de la circulación, el equipamiento para la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, que es la policía de carreteras que depende de la DGT. También se ocupa de la aplicación práctica de herramientas técnicas para la seguridad vial como radares, planificación de grandes operaciones especiales de tráfico, campañas de control y vigilancia de seguridad vial junto con la policía de carreteras.
¿Cuál es el presupuesto anual que manejan?
El presupuesto para este año es de 750 millones de euros, y de ese total, unos 180 millones son los que entran en el ámbito de mi responsabilidad para inversiones, participación y el gasto para el funcionamiento de servicios. Por lo tanto, de esos 180 millones de euros, las dos terceras partes están destinadas a inversión y una tercera parte es para el gasto corriente.
La DGT es un organismo autónomo, que tiene su presupuesto propio dentro de los fondos del Estado, pero es independiente del presupuesto que genera el Ministerio del Interior y que aprueba el de Finanzas. Además, tiene sus propias vías de financiación. De los 750 millones de euros que hay como presupuesto para este año, el 70% corresponde a tasas que se cobran a los ciudadanos cuando van a sacar el permiso de conducir o se dirigen a matricular un coche;  y el 30% restante son multas de tráfico realizadas en las carreteras. El dinero que recauda DGT, que es un organismo dedicado a la seguridad vial y a la gestión del tráfico, hay que destinarlo a esos propósitos.
¿Cómo es la perspectiva de planificación de esta institución?
Si bien nosotros somos un organismo técnico, seguimos las directrices de los responsables políticos en cada momento. Lógicamente, hay un período clave que es de aproximadamente cuatro años, que es el lapso en que en cada legislatura se establecen las líneas maestras de actuación. Asimismo, la DGT es un organismo que cumplirá dentro de poco 50 años de vida, que sigue una trayectoria bastante continua y en la que hay pocos cambios bruscos de orientación. Está encaminada y tiene la finalidad de la seguridad vial y la mejora de la movilidad; de esta forma, en el caso de que hubiera modificaciones, serían más de matiz que de líneas maestras.

ACCIDENTALIDAD VIAL
Actualmente, ¿tienen algún objetivo específico que alcanzar?
Fundamentalmente nuestro ámbito se circunscribe a una fecha determinada que es el año 2010, ya que la Unión Europea, hace cinco años, adoptó la decisión de ponerse a trabajar para conseguir reducir el número de muertes por accidentes de tránsito -para ese año- a la mitad, respecto al año 2000. En ese tiempo, en Europa, había 45.000 muertos y el objetivo propuesto fue llegar al año 2010 con la mitad de fallecidos. Es así como en la actualidad, nuestra actividad está enfocada en alcanzar esa meta. En los últimos tres años conseguimos una importante reducción del 30% y esperamos llegar al 50%. La disminución del número de muertos es cada año más difícil, pero confiamos en llegar al objetivo para el 2010.
¿Qué medidas implementaron para  producir ese impacto?
Lo primero que hicimos fue tratar de trasladar la gravedad del problema a los ciudadanos. En el año 2004, se hizo una gran encuesta de opinión a nivel nacional preguntándole a la gente, entre otras cosas, ¿cuántos muertos cree usted que hay al año en España en accidentes de tráfico? Nos llevamos la sorpresa de que todos creían que había entre 500 y 600 muertes, es decir, aproximadamente el 10% de lo que en realidad había. Entonces debíamos informar que el problema era mucho más grave y que había 5.000 muertos al año en las carreteras. Esa fue la primera actividad y para eso fue un elemento muy útil la intensificación de las campañas en los medios de comunicación sobre la seguridad vial, sobre los accidentes y sobre sus consecuencias. Por otra parte, la utilización masiva de los paneles de mensajes variables en las carreteras para informar el número de muertos en las rutas tuvo un impacto importante. En segundo lugar, un elemento clave ha sido la introducción del permiso por puntos; y en tercero fue el tema de la intensificación de las campañas de control de los elementos clave que influyen en esos accidentes. Hemos incrementado en un 60% el número de conductores que se someten cada año a las pruebas de alcoholemia. Seguimos lejos del objetivo de los mejores países europeos, pero ya estamos a nivel de la media de Europa. En España, con 22 millones de conductores, esperamos alcanzar en 2007 los cuatro millones de controles de alcoholemia. Lo ideal sería que cada dos años el 100% de los conductores se sometieran a ese control al menos una vez, para poder llegar a los 12 millones al año; y estamos trabajando para lograrlo.  Por último, está el control de velocidad y para eso implementamos un despliegue a gran escala de radares fijos en la red de carreteras. De esta manera, observamos una disminución importantísima de la velocidad media y también logramos la reducción de las más altas. Actualmente hay cerca de 600 radares en funcionamiento: 312 fijos y entre 280 y 300 móviles en vehículos de la Guardia Civil de Tráfico.
¿Hay algún cálculo económico del ahorro que se produce con la disminución de accidentes?
En Europa se hizo hace unos años un estudio que permitió definir el coste aproximado de los accidentes de tráfico, que equivale a multiplicar el número de fallecidos por un millón de euros.  En España, el año pasado, hubo 3.300 fallecidos por accidentes de tránsito, situación que supone para el país un coste del orden de los 3.300 millones de euros. Como hemos reducido en estos tres años a 1.000 el número de muertos, podemos decir que en ese lapso de tiempo conseguimos un ahorro que está por encima de los 1.000 millones de euros: se trata de una cifra más alta que el presupuesto de la DGT y también que es mucho más que lo que se ha invertido.  En dinero pueden valorarse los daños materiales que sufren los vehículos, el coste de la asistencia sanitaria de los heridos, las pensiones para el Estado, pero no se puede calcular económicamente el coste social que suponen los accidentes de tránsito porque no conocemos el cambio de vida que se produce en una familia cuando fallece, por ejemplo, el padre. Aunque la mujer trabaje, la merma en el ingreso puede hacer que determinadas inversiones se puedan ver afectadas. Tampoco podemos evaluar el año de estudio que pierden los hijos, porque realmente se ven afectados de forma grave. Una sociedad moderna y avanzada en el siglo XXI no puede permitir que 3.300 personas, solamente en el caso de España, fallezcan como consecuencia de la accidentalidad vial. Somos seres humanos, por tanto en cualquier actividad hay errores que pueden producir accidentes. Pero lo que puede cambiarse de la situación actual es el hecho de que un error humano tenga como consecuencia la pérdida de una vida. Y no sólo la de aquel que ha cometido el error, sino las de otros que circunstancialmente transitan en ese momento por la carretera.

BALANCE
¿Cómo cree que está instalado el tema seguridad vial en las sociedades actuales?
Hay prioridades y cada país tiene su realidad, pero muchas veces no están en la agenda de las preocupaciones y de los problemas políticos, determinadas cosas que sí tienen trascendencia. Por eso, considero que el papel de los medios de comunicación es fundamental.
En el año 1986, en España, el número de fallecidos como consecuencia de muertes violentas (atracos, asesinatos pasionales, etc.), era poco más del 10% de los fallecidos como consecuencia de los accidentes de tránsito. Sin embargo, el número de páginas de periódicos que reproducen las noticias de esas muertes violentas es infinitamente mayor que el de fallecimientos en accidentes de tránsito. Todos, independientemente de la clase social y de la zona en la que vivamos, tenemos el riesgo y compartimos la experiencia de los accidentes de tránsito. Rara es la persona en España que no tenga algún conocido que haya sufrido un grave accidente, o que haya fallecido por esa causa. Desde que España entró en la Unión Europea (en ese entonces era la Comunidad Europea), hace 20 años, ha muerto, como consecuencia de los accidentes de tráfico, tanta gente como la que falleció en Nagasaki con la segunda bomba atómica. Nadie quiere vivir cerca de una central nuclear, e incluso hasta hace poco nos costaba convencer a la gente de que mucho más peligroso era subirse al coche un sábado por la noche con una persona que hubiera tomado dos copas de más.
¿Cómo pueden hacer los países que no disponen de tanto presupuesto para igualar las medidas de los países europeos?
La diferencia en las sociedades más adelantadas no recae en la idiosincrasia de los ciudadanos. Todos tenemos tendencia a pensar que aquellos que nacieron antes que nosotros eran menos inteligentes. En la actualidad, disponemos de muchos medios tecnológicos como la televisión, el MP3 e Internet y creemos que los que estaban antes que nosotros, como no tenían esos medios, eran menos capaces. Pero ¿en dónde está la diferencia?, y la encontramos en el tema de la organización administrativa. Nosotros mismos nos ponemos barreras con esos organismos que dificultan el conseguir determinados objetivos. Desde el punto de vista de la seguridad vial, en todas partes hay ineficiencia, y en ese sentido nadie es perfecto; no funciona todo perfectamente, y la prueba está en que sigue habiendo muertos en las carreteras.