
Hay cuatro temas centrales para tratar la problemática de la seguridad vial: conocer la magnitud del inconveniente, evaluar el costo de no hacer nada, plantearse los problemas del problema, y saber qué se puede hacer. Jorge Frascara, profesor Emérito de la Universidad de Alberta, Canadá, analiza cada uno de estos puntos y brinda un panorama mundial sobre esta temática.
MAGNITUD DEL PROBLEMA
Los siniestros viales son la principal causa de muerte para los menores de 35 años. Superan seis veces los homicidios y ocho veces el virus del HIV.
En Argentina pierden la vida más de 7.500 personas por año en siniestros viales y se hieren cerca de 95.000.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cerca de 1,3 millones de personas mueren cada año en las carreteras de todo el mundo, lo que hace de esta la novena causa de muerte a nivel mundial. Además, causan entre 20 y 50 millones de traumatismos no mortales. Se estima que estos incidentes se cobrarán la vida de 1,9 millones de personas cada año hacia el 2020.
EL COSTO DE NO HACER NADA
En los países del primer mundo el costo de los siniestros viales es equivalente al costo de la educación primaria y secundaria. En Canadá, por ejemplo, 25% del presupuesto de salud se va en curar heridos de incidentes viales. A los costos directos de salud se deben agregar otras cargas económicas a la comunidad: policía, justicia, carga familiar y pérdidas materiales que entre todos se llevan aproximadamente 500 dólares por habitante por año. Los heridos en siniestros viales, en conjunto, pierden 20 millones de días de trabajo por año.
En Argentina el costo agregado de los incidentes y sus consecuencias importaría cerca de 20.000 millones de dólares. Una reducción del 50 % de 15.000 heridos graves, 80.000 leves, 7.500 muertos, daños materiales, justicia, ausentismo del trabajo, impacto en la familia, policía, y atención a víctimas a largo plazo, permitiría la construcción de 18.000 viviendas sociales por año en el país, aliviaría la carga al servicio de salud y mantendría una población más apta para el trabajo. Cabe señalar que la reducción del 50% no es una utopía, muchos países ya lo han logrado.
LOS PROBLEMAS DEL PROBLEMA
El peor inconveniente, sin duda, son las muertes y las lesiones, muchas de ellas dañan una persona por el resto de su vida. Los jóvenes tienen una presencia desproporcionada en las estadísticas, y consecuentemente muchos sobreviven años marcados por la pérdida de un brazo, una pierna o una fractura de columna.
Otro problema es el lenguaje. A los siniestros se los llama accidentes: los accidentes no existen, o casi no existen. De acuerdo con estudios internacionales el 97% de los siniestros viales tienen una causa y un responsable, frecuentemente más de una causa y más de un responsable. Por consiguiente no son accidentes ya que casi todos pueden prevenirse.
El tercer problema es la industria automotriz que utiliza argumentos de venta que incitan a la violencia vial, a través de la potencia de los autos, su prestigio, la libertad, los mitos, venderlo como si fuera una pieza central de un videojuego de destreza o gambeteo futbolístico.
Como consecuencia, muchos conductores se ponen el auto como si fuera un traje deportivo de lujo, una carta de presentación, un traje que les permite entrar en un mundo de fantasía en el que todos los demás molestan.
QUÉ SE PUEDE HACER
Hace ya 21 años que en Australia se realizó una de las campañas más exitosas de seguridad vial. En un mes se redujeron los incidentes en un 30% en el estado de Victoria, donde la campaña nacional fue apoyada por una campaña estatal en los medios, diseñada por Grey Advertising. El esfuerzo se enfocó en velocidad y alcohol. Los argumentos se basaron en un íntimo estudio de las motivaciones y sensibilidades de la población desarrollado por Brian Sweeney and Associates.
Los temas luego se extendieron a incluir fatiga, apuro, distracciones y otras causas frecuentes de siniestros. Hoy habría que poner el uso del celular junto al alcohol, ya que una conversación normal equivale a más de dos tragos (0,06g/dl), y una conflictiva a más de tres (0,09 g/dl). Manos libres o no, no hace mucha diferencia: la atención a la conversación reduce la capacidad de reacción y la coloca a nivel de borrachera.
ACCIONES
Uno de los primeros factores a tener en cuenta es reconocer las causas: descontrol, velocidad, alcohol (26% de los siniestros con heridos y 40% de los incidentes con muertes), drogas y utilización del celular.
En segunda instancia mapear los siniestros para saber dónde y cuándo se debe actuar. Es decir, en que momento del día, de la semana, del mes o del año; si es en calle, camino, autopista, cruce, o pavimento en mal estado; los factores variables como el tránsito complicado, horas pico, fin de mes, celebraciones; el tamaño del vehículo (chico, caro, deportivo, utilitario, viejo); el clima en el momento del siniestro (lluvia, tormenta, niebla, sol); y cuáles son las distracciones (teléfono móvil, escuchar radio, hablar con el acompañante). Además, hay que identificar los personajes: ejecutivo preocupado, prepotente frustrado, adolescente inexperto, pareja de enamorados, hombre borracho, anciano desorientado, camionero adormecido, joven competitivo, señorita tímida, empleado distraído, etc. Esto ayuda a definir los segmentos con mayor riesgo y a concebir estrategias comunicativas, escenarios y personajes reales y creíbles.
Si bien la difusión es muy importante, una campaña en medios no basta. Tiene que estar apoyada por controles en el exceso de velocidad, abuso del alcohol y el no uso del cinturón de seguridad, entre otras violaciones, sino no hay resultados.
Por otra parte, es muy importante desarraigar algunos mitos populares, por ejemplo:
* “A 100km/h mi auto frena enseguida, tiene ABS.” Falso: a esa velocidad un auto necesita 90 metros para frenar.
* “El cinturón me molesta: si choco, me sostengo con los brazos, yo hago fierros.” Falso: el peso del cuerpo a 50 km/h cuando se choca con una pared es 1.500 kg.
* “El alcohol no me hace nada, estoy acostumbrado a beber y manejar.” Falso: el alcohol reduce la capacidad de manejar y también de juzgar las propias capacidades.
* “Le compré una 4 x 4 a mi mujer porque es más seguro.” Falso: estos vehículos tienen el centro de gravedad muy alto y vuelcan más fácilmente. Además, son más letales para los peatones: donde un sedán golpea en las rodillas, y la 4 x 4 golpea en el tronco y la cabeza. También trepan barreras de protección y hacen más daño que otros autos.
* “Otro tipo rodó en la curva, las curvas tendrían que ser más abiertas en las autopistas.” Falso: cuando se hacen curvas más abiertas los agresivos aumentan la velocidad.
* “Hay muchos choques en esa esquina: tendrían que poner semáforos.” Falso: cuando se ponen semáforos los agresivos elijen otros caminos. Los incidentes se mudan, no desaparecen.
* “El mal tiempo causó un gran número de accidentes.” Falso: el mal tiempo lo vemos todos, sólo los incompetentes pueden culparlo.
* “Hacen multas porque están recaudando.” Falso: las multas deberían ser mucho mayores si con ellas se debieran recuperar los gastos producidos por los siniestros viales.
HORA DE ACTUAR
Australia, España, Holanda, Inglaterra, Noruega, Suecia, y otros países han reducido sus heridos al 50% de lo que era hace 20 años, ahorrando miles de millones de dólares, sufrimiento y muerte.
Los siniestros viales son la peor enfermedad de los argentinos. Ninguna otra mata ni arruina tanta gente. Por lo tanto, el problema es urgente y la solución es posible. La comunidad internacional lo demuestra. De ahí se puede aprender qué hay que hacer y cómo hacerlo. No se trata de imitar diseños o campañas, sino de adoptar estrategias y métodos de trabajo y adaptarlos a la cultura y a la realidad local. No hay razón para postergar la acción: la falta de recursos no es excusa, es mucho más caro no hacer nada y dejar que los siniestros sigan dañando vidas y drenando los servicios de salud, a razón de 260 heridos por día.