*Por el Ing. Augusto Mendiz, responsable del Departamento Técnico de Coripa S.A.
La remoción del agua de materiales con alto contenido de humedad (por ejemplo lodos, sedimentos, o relaves), sea tanto para su empleo como para su disposición final, es un proceso presente en distintas industrias, incluso la actividad minera.
Pueden emplearse diferentes medios para lograr el desecado de lodos, como ser playas de secado, filtros de prensas, equipos centrífugos, y geodesecadores. Estos últimos son un desarrollo tecnológico basado en el empleo de tubos de geotextil. La separación entre la fase líquida y sólida se realiza, en primera instancia, por filtración directa del agua a través de geotextiles tejidos permeables, que se complementa con el desecado y consolidación adicional producto del confinamiento del lodo dentro del interior del tubo. Los geodesecadores permiten desecar todo tipo de lodos y barros saturados, tanto orgánicos como inorgánicos, ya sean residuos de la industria alimenticia, sedimentos contaminados refulados, o relaves o colas de minería.
Existen en la actualidad geotextiles particularmente diseñados para la confección de geodesecadores, que brindan altas resistencias, que facilitan su llenado y sucesivas recargas, y excelentes propiedades hidráulicas, como la alta permeabilidad con baja apertura de poros lograda gracias a sus entramados especiales.
De manera general, el principio de funcionamiento consiste en la disposición por transporte hidráulico de una hidromezcla que contiene sólidos en suspensión (relaves, lodos, arenas, etc.) hacia el interior de los módulos de desecado. Los lodos son bombeados al interior de los geodesecadores, donde debido a la permeabilidad y capacidad de filtrado del geotextil que los conforma, se separa y elimina la fase líquida quedando retenidos los sólidos. El proceso es cíclico, con sucesivas cargas y pérdidas progresivas de humedad hasta completar el proceso de desecado de los barros. Para lograr una mayor eficiencia del sistema, puede ser necesaria la incorporación de polímeros floculantes. Esto dependerá del tipo de barro que se quiera tratar y del grado de eficiencia de filtrado buscado.
El proceso consta de 4 fases:
1. Extracción: En primer lugar se deberá proceder a la remoción de los sedimentos con el uso de una draga o bombas de sólidos. En el caso de minería los lodos pueden ser generados de forma continua como un subproducto de un determinado proceso extractivo.
2. Acondicionamiento: Eventualmente, puede ser necesario la adición de un agente químico floculante, responsable de la aglutinación de las partículas finas suspendidas en el agua, formando aglomerados mayores, denominados “flóculos”. El uso de polímeros deberá evaluarse de manera particular en cada proyecto dependiendo de las características del lodo, el uso de la fase líquida recuperada, etc.
3. Desecado: El proceso de drenaje por gravedad garantiza la remoción constante de agua de la mezcla de lodo dentro del geodesecador.
4. Disposición final: Durante el proceso continuo de deshidratación (consolidación), el contenido de humedad del lodo dentro de los tubos disminuye progresivamente hasta alcanzar un nivel adecuado que permita su retirada, transporte y disposición final, sea como residuo, para reciclaje, o como producto útil en caso de procesos extractivos.
Los geodesecadores constituyen una tecnología simple, económica, eficiente y medioambientalmente amigable para la recuperación, el tratamiento, y la disposición de una amplia gama de lodos y sedimentos, incluso contaminados, permitiendo separar el agua, y encapsulando los barros tratados.
Los procesos mineros generan continuamente un gran volumen de relaves, colas o lodos extractivos que, dependiendo de su constitución, pueden o no requerir tratamiento auxiliar. Los geodesecadores alcanzan grandes dimensiones presentando una elevada capacidad volumétrica. Por su óptimo desempeño de filtración, ocupan áreas relativamente pequeñas, pudiendo ser utilizados para el confinamiento permanente de la ‘torta’ resultante del desecado. Incluso, pueden apilarse en varios niveles, formando estructuras de contención que permiten conformar diques de colas y piletas, o rellenos definitivos cuando se emplean como disposición final.