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Se abre la puerta de calle y nos volvemos a mover… ¿Nos volvemos a morir?

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EDITORIAL

*Por Axel Dell`olio, licenciatura en Prevención Vial y Transporte. Presidente de la Asociación para la Disminución de Siniestros Viales (ADISIV).

En Argentina desde el 20 de marzo y hasta el 11 de mayo se llevó adelante una cuarentena rígida, estricta y controlada, que hizo que la población se quede masivamente en sus casas, sin escuelas, comercios, ocio, contacto de amigos, familias. Sin salir a andar en bici a circular en auto o moto, sin eventos masivos. Al mejor estilo cinematográfico, quedamos encerrados de la noche a la mañana, solamente los que convivían juntos, solamente la TV, solamente el WI-FI y algunos excesos en la comida, un gran desorden horario, con rutinas quebradas, etc. Esto trajo como beneficio principal el “control” de la pandemia, el no contagio masivo y una disminución de casi un 90% de siniestros viales (la otra pandemia). La no ocupación de cerca del 70% de las camas hospitalarias producidas por nuestro violento tránsito y de algún modo pensando en el día después, que de a poco comienza a ser hoy, empieza a generar preguntas tales como: Cuando volvamos a las calles, ¿Vamos a volver a tener 20 muertos diarios por el tránsito?, ¿Vamos a estar igual de acelerados creyendo que responder ese WhatsApp antes de llegar al semáforo, es imprescindible para el desarrollo de la humanidad?, ¿Vamos a cederle el paso a esa bici, aunque sea más chica y de menor peso que mi auto?, ¿Vamos a comprender que el parque de motoristas va a ser mayor?, ¿Podremos tener en cuenta que gracias al crecimiento de las compras online, que crecieron más de un 50%, existirá una “nueva” convivencia con motos delivery?, ¿Podremos entender que vamos a estar sin la gimnasia de movernos de la manera que lo hacíamos antes?, ¿Será posible que entendamos que el tránsito sin tanta violencia, velocidad, prepotencia es mejor?, ¿Podrá ser que no nos matemos 20 por día?
Creo que debemos que tener en cuenta que el mundo cambió, seguramente vamos a volver a nuestras rutinas, pero diferente, con más teletrabajo, con menos salidas innecesarias, con más ganas de ver a nuestro compañero de trabajo y en casos hasta nuestro jefe, con la ilusión de poder reempezar las clases, de poder llegar a “la facu” y disfrutar de esa materia aburrida, compleja y tediosa o simplemente tener la chance de rendir ese final imposible, para todo eso (menos para el teletrabajo), nos vamos a tener que volver a mover en la calle. No tengo dudas que esta pandemia nos enseñó varias cosas, pero está en nosotros aprenderlas, no olvidarnos en 25 minutos cuando estemos en el auto y antes del semáforo no llegue ese WhatsApp urgente, si ya vimos que el mundo no se detuvo, tener presente esa balanza que identificamos en estos 50 días, que nos mostraba de un lado nuestra familia con la que volvimos a compartir momentos y por otro, esa entrega apurada en la moto porque el delivery lo requiere.
Deberemos entender nuevamente que está bueno pensar en el otro, tener empatía y eso también requiere sumarse a la nueva movilidad, a la “bici” definitivamente como modalidad de tránsito más importante, no solo en ciudades gigantes, también en ciudades chicas, pero para esto los intendentes o jefes comunales, oficialismo y oposición local, también tendrán que estar a la altura de las circunstancias mostrando que también algo aprendieron, que serán mucho más necesarios bicicleteros y espacios protegidos para que esos ciclistas votantes y locales, circulen protegidos, seguros, para que los niños puedan usar esos espacios y crecer en una nueva “normalidad”, sin tanta combustión, sin tanta contaminación, sin tanto apuro. Sin dudas, una oportunidad para trabajar la educación vial, por fuera de la escuela, es hasta filosófico, la inversión del estado en materia de prevención COVID-19 mostró resultados, porque la inversión en prevención es el único camino para no llenar camas de hospital, con el tránsito (la otra pandemia), pasa lo mismo, por eso estoy convencido que no invertir hoy, será tener un mañana (proximísimo) igual al que tuvimos 51 días atrás.
Un último punto a mencionar, es el del transporte local y el que transitará por las rutas (que no cambiaron en estos últimos 50 días en materia de infraestructura), seguramente habrá muchos transportistas que querrán recuperar la carga no transportada, tengamos en cuenta que para recorrer una distancia, existen dos componentes la velocidad de recorrido y el tiempo que insume, suele la matemática ser caprichosa y el tiempo, la distancia y la velocidad, son las variables a modificar para entregar más carga, o se aumenta la velocidad, o se aumenta el tiempo (la distancia siempre suele ser la misma), si se aumenta la velocidad con un camión es criminal para propios y extraños. Si se aumenta el tiempo (sabiendo que el día no deja de tener 24 horas), es probable que tengamos conductores cansados. Claro que hay que sumar los viajantes a esta ecuación, la cantidad sobredimensionada en una primera etapa de camiones y camionetas que circularán por rutas doble mano en caravana y los conductores particulares, muchos de ellos inexpertos en caminos de ruta que querrán esquivar este tipo de situaciones haciendo sobrepasos irresponsables.
Todo esto es un cóctel entre lo que había y lo que puede o no haber, esto sí dependerá de nosotros.
En el año 1971 Stanley Kubrick, produce y dirige “La naranja mecánica”, una película que fue nominada a 4 Oscars, sin ganar ninguno, que en Argentina se estrenó recién en julio de 1985 (14 años más tarde), una película que propuso en su trama la “rehabilitación” de uno de sus protagonistas (Alex), pandillero, líder de los “Drugos”, personaje agresivo y ultraviolento, luego de someterse a una terapia de aversión (método Ludovico), que es un tipo de tratamiento psicológico-psiquiátrico, que consiste en exponer al “paciente” a un estímulo, al mismo tiempo que se le hace experimentar una sensación desagradable, buscando condicionarlo y así terminar con un comportamiento indeseado. Sin tratar de hacer una crítica de cine, creo que estamos en algún punto de ese tratamiento, sin alfileres en los párpados, peor hace 50 días que de lo único que se habla en Twitter o Tv es de COVID-19 a modo repetición, sin saber siquiera que el microscópico virus se llama SARS-CoV-2, lo cierto es que todos, por miedo, conciencia o lo que fuere actuamos en consecuencia con precaución y protegiendo a los nuestros. En un rato se vuelve a abrir la puerta de calle para todos al mismo tiempo y me empieza a dar miedo de vuelta la otra pandemia, esa que mata 20 personas por día en Argentina y no sé si somos tan conscientes, de la que somos potenciales protagonistas y de algún modo en nosotros está, que vuelva a ser agresiva y ultraviolenta o distinta, más madura, con precaución y protegiendo a los nuestros.