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El verde como parte de la Infraestructura vial

Primera parte. Por Eduardo José Lavecchia, Dirección de Vialidad de la Provincia de Buenos Aires.
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EDITORIAL

*Por Eduardo José Lavecchia, Dirección de Vialidad de la Provincia de Buenos Aires. XXXIV Concurso de Temas Viales 2019.

Primera parte

Introducción
Durante la década de 1930 el tratamiento de los espacios verdes linderos a los caminos, se había convertido en una disciplina básica para acompañar y orientar a los usuarios, a partir de las ideas revolucionarias de arquitectos, ingenieros y urbanistas paisajistas originarios de Alemania, Checoeslovaquia y Polonia, que durante el período inter-guerras mundiales se formaron, trabajaron y experimentaron en Italia y Alemania, en la generación de los diseños de las Autobahnen (las incipientes redes de autopistas), arribando e integrándose a la sociedad argentina, provenientes de Europa Central.
Personajes como el Arq. Urbanista Checo Francisco Houlobek, quién tras su paso por la Ciudad de Tucumán dedicándose a actividades académicas y de Planificación Urbana, diseñó el tratamiento paisajístico de la Avenida Parque de circunvalación de la ciudad de Buenos Aires -la Av. Gral. Paz, bajo la dirección del célebre Ing. Pascual Palazo-contratado por la Dirección Nacional de Vialidad. También, intervino puntualmente en las intervenciones de las zonas de camino del distribuidor existente en la intersección de las Rutas Nacional 5 y Ruta Nacional 7 en Luján, Camino La Plata – Punta Lara, Intersecciones en Camino Gral. Belgrano, Camino Miramar – Mar del Plata, etc. El equipo profesional de la División Forestación y Embellecimiento de la Dirección de Vialidad de Buenos Aires, supo continuar y fortalecer dichas actividades, dotando a los vacíos e inexplotados espacios laterales de los caminos de la Pampa Húmeda, de un paisaje más agradable incorporando vistosos bosquecillos y macizos, que sirvieron como ámbitos de descanso o de acompañamiento para quienes como los “Camineros” buscaban la reparadora sombra, cuando cubrían la conservación las vías bajo el tórrido efecto del sol, en la llana inmensidad territorial provincial.
Hay líneas de pensamiento ambientalista, que plantean ser respetuosos de los espacios desérticos, interviniendo sólo con especies autóctonas que respondan a dicho entorno natural. Son respetables. No obstante, cuando recorremos un camino abúlico y nos encontramos con un conjunto forestal, nos sorprendemos gratamente, en un efecto comparativo con el goce de recorrer los bosques de exóticas especies emplazados para fijar los médanos de la costa atlántica o casi comparable con la sensación de integrantes de las tribus Bereberes cuando visualizan a la distancia un oasis.
Existe una recreación del espíritu del conductor, cuando el paisaje circundante es considerado atractivo. Basta verificar porqué elegimos caminar por una vereda o por otra y nos daremos cuenta como subliminalmente la elección depende del ambiente que nos propone dicha experiencia. En áreas peatonales, no es lo mismo caminar protegidos por una envolvente foresta, que hacerlo sólo cubierto por una desnuda pared lateral, como no es lo mismo en horas nocturnas desplazarnos por una acera convenientemente iluminada que por otra a oscuras.
Se sabe que a nivel psicológico, el individuo es más atraído por ciertas situaciones, colores y presencia de la luz, tal como cuando deambula por un ámbito agradable, confortable, en el que las personas perciben la serenidad que brinda estar en un bosque, un valle u otro paisaje que brinde la naturaleza. El color verde de las praderas y/o foresta, adquiere un significado de tranquilidad y paz, entre otras sensaciones que se perciben al encontrarse en un ecosistema de la naturaleza, por lo que también se le asocia con la vida, por tratarse de una gama de colores intermedios que ayudan a tener armonía y confiabilidad, estados de ánimo que casualmente influyen positivamente en la conducción segura.
Es por ello, que el aporte de adecuados tratamientos verdes en caminos y espacios viarios urbanos, es indispensable como complemento de la movilidad y bienestar de los usuarios. Estas intervenciones, deben ejecutarse propendiendo a imitar las implantaciones naturales y no forzando mediante distribuciones geométricas y repetitivas que la naturaleza generalmente no proporciona.

El raciocinio y alcance del conocimiento de quienes desarrollen esta tarea, permitirá otorgar un valor agregado a dichas distribuciones, teniendo en cuenta lo aprendido para evitar potenciales conflictos viales al incorporar las especies; considerando siempre el mayor desarrollo que las mismas podrían tener y como podría repercutir negativamente en relación al tránsito pasante o vehículos que por alguna razón se salgan de la calzada.

Este trabajo tiene como objetivo, mostrar las experiencias verificadas en Revisiones Ambientales y de Seguridad Vial, referidas a la presencia de situaciones generadoras de potenciales conflictos viales en carreteras, a causa de la irregulares ubicaciones de conjuntos o solitarias especies vegetales, y cómo correspondería tratarlas para que cumplan con los postulados e ideales niveles de Seguridad Vial.

Generalidades respecto de las especies a incorporar

Respecto de los tratamientos verdes y forestales, existen orientaciones, que avalan la necesidad de implantar especies vegetales que no dificulten la transitabilidad, especialmente cuando las mismas poseen el máximo desarrollo, evitando:
-La obstaculización de los conos de visibilidad.
-El ocultamiento de los sistemas de señalamiento.
-La factibilidad de desestabilizar cargas ante eventuales embestidas al follaje.
-El desgajarse o voltearse árboles sobre las calzadas, personas y vehículos.
-La invasión y proyección de sombras permanentes en zona de camino.
-La combinación de efectos de luz y sombras intercaladas a distancias constantes por la estricta disposición de las plantas.
-La dramática factibilidad de embestida de las especies forestales adultas.

Las mencionadas, son algunas de las situaciones negativas que influyen en la inseguridad vial. Cabe entonces preguntarse cómo se debe intervenir y cómo aprovechar la presencia del paisaje natural, como grata escenografía próxima y de distante visión, sin generar potenciales peligros en las vías de comunicación.

Pautas para el tratamiento verde en carreteras
Desde los inicios de la fuerte transculturación de las tecnologías desde el hemisferio norte, especialmente referidas a urbanismo y temas viales, así como de la presencia de profesionales que inmigraron hacia nuestro país desde Europa y Estados Unidos, existió naturalmente en el hemisferio sur, la idea de poner en práctica dichos conocimientos. De la misma manera que los Arquitectos copiaron proyectos de viviendas individuales y de conjuntos residenciales, sin reparar en los efectos de la orientación (por el inverso recorrido del sol a partir de la línea del ecuador), similar situación ocurrió al emplazar bosquecillos a la vera de los caminos, ubicándolos del lado norte, como en el hemisferio norte, donde las sombras se dan precisamente hacia dicho punto cardinal y no hacia el sur como en el hemisferio homónimo.
Tal es el repetido error de implantar bosquecillos de uno o de ambos lados del camino, con el objeto de advertir la presencia de curvas y puentes, o macizos forestales del lado norte de las carreteras, generando una permanente presencia de sombras y consecuente humedad sobre la zona de camino incluida la calzada, con el prematuro deterioro y peligro que ello implica.

INCONVENIENTES PRESENTADOS EN CURVAS

Teniendo en cuenta que los vértices de las curvas horizontales, han sido coincidentes con lugares de cota elevada que albergaron históricamente actividades residenciales o productivas, presencia de molinos, tanques de reserva de agua o simplemente presencia de agrupaciones arbóreas, concluyeron implementando naturalmente como acceso/egreso directo a la nueva vía de comunicación, el enlace por el lugar menos distante, es decir mediante un contacto en plena zona de curva, con una potencial gama de conflictos que pueden surgir, incrementándose por las citadas condiciones producto de la presencia de humedad y carencia de sol por la forestación existente, entre ellos:
-La acumulación de agua en los bordes internos de las curvas, producto del bombeo unidireccional ante el peralte de las calzadas.
-Los inesperados y lentos ingresos de vehículos, desde y hacia dichos caminos rurales respectivamente, con aleatorios cruces de las calzadas principales.
-La sorpresiva y lenta salida de equipos agrarios y transportes a la carretera, que conlleva al circular previamente por caminos de suelo natural, barro que depositan sobre la calzada en coincidencia con la citada curva, el que puede en ocasiones desestabilizar a los vehículos pasantes.
-En caminos angostos, de ancho y radio de curva reducido o sin banquinas pavimentadas, se produce el descalce de las banquinas y desgaste de los bordes, por influencia de la mencionada circulación transversal y el pasaje de los conjuntos de ruedas traseras derechas de los transportes, cuyo giro en falso y flujos de aire desgastan el suelo natural, agudizando los inconvenientes y anegamiento en caso de lluvia.

UN MODO PELIGROSO DE SEÑALAR PELIGROS
Análisis y ensayos gráficos llevados a cabo hace una centuria, referidos a grupos forestales propuestos para anticipar en horas diurnas la presencia de puentes angostos, a modo de portadas y evitar la caída de los móviles a los cursos de agua.

Con el correr de los años, y como consecuencia de la siniestralidad manifestada en esos ámbitos estrangulados de zonas de camino, se llegó a la conclusión que debía evitarse dicha implantación arbórea, debiéndose por el contrario ensancharse los puentes y sus extremos, a los fines de conservar el mismo espacio de circulación y bordes libres sin la presencia de traumáticos obstáculos.

BOSQUECILLOS DEL LADO NORTE
Existen múltiples ejemplos de altos, anchos y tupidos bosquecillos corridos de eucaliptos originarios de Australia a lo largo de una extensión lineal de más de 100km (por ejemplo en Ruta Nacional 9 en la provincia de Córdoba), implantados con el ánimo de explotación forestal, que merced a su ubicación impide el ingreso de los rayos solares, manteniendo en sombras, empapadas y descalzadas las banquinas, generando graves siniestros de tránsito, con una alta participación de vehículos pesados.
Si a lo comentado, le agregamos que la peor situación en que puede estar involucrada la vida útil de una estructura vial, es por la permanente presencia de agua sobre su superficie, estaremos indudablemente en serios problemas que deberemos evitar, tal como el deterioro de calzadas y banquinas, debilitamiento de la sub-base, banquinas anegadas, etc..
Esta situación superficial de las zonas laterales del camino como las vistas en las imágenes anteriores, han sido el motivo por el cual algunos tramos, se han constituido en ámbitos potencialmente peligrosos, en caso que los vehículos pasantes saliesen de la calzada.
Entre los vehículos más propensos a estar involucrados en factibles accidentes como consecuencia del estado inconsistente de dichos sectores, están especialmente los transportes pesados, los que se vuelven incontrolables con alta probabilidad de generar el efecto “tijera” por el giro de los acoplados y remolques, al empantanarse los rodamientos delanteros y culminar con el posterior vuelco.
Otro típico potencial accidente, es el producto del descontrol vehicular de móviles livianos, que al salir velozmente de pista y por el estado de la zona lateral sombreada de camino, prosigue en forma errante hasta caer en los préstamos, los cuales habitualmente se encuentran anegados.
Siempre se plantea, la necesidad de forestar las zonas deprimidas, a los fines de lograr que las especies absorban el superávit de agua superficial. En estos casos parece una contradicción, pero la carencia de ciclos con presencia de luz solar, impiden dicho proceso, entrando las plantas en régimen de lenta putrefacción.
La distribución regular y constante en forma lineal de especies forestales, a ambos lados de la carretera, ofrece de acuerdo a la distancia de dicha implantación con el filo de pavimento, varios inconvenientes que provocan inseguridad vial, entre ellos:
-Potencial embestida de los troncos, cuando los mismos están a menos de 10m del filo de la calzada.
-Potencial caída de especies o desramado sobre la calzada, producto de fuertes vientos o rayos.
-Potencial efecto de hipnosis en los conductores, por la proyección intercalada de sombras y rayos solares sobre la calzada.

CUIDADO, ÁRBOLES POTENCIALMENTE PELIGROS

La presencia de especies forestales, aisladas o en conjunto ubicadas en zona de camino próxima a las vías de circulación, tal como eucaliptus, pinos y olmos de mediano y gran porte, deben ser extraídas y eventualmente reimplantadas en lugares más alejados o compensadas por otras especies.
La necesidad de extracción de especies adultas, surge debido a:
-Árboles muy antiguos y en malas condiciones fitosanitarias. Estas condiciones debilitan las plantas y las hace más vulnerable a los efectos climáticos.
-La ocurrencia de eventos climáticos (tormentas de viento por ejemplo) se registran caídas de ejemplares arbóreos y ramas de grandes dimensiones sobre la calzada y calles colectoras.
-Es probable que en los sectores donde se encuentran ubicados los ejemplares, la tosca que se encuentra a una profundidad que varía entre los 70 cm y 80 cm (como consecuencia de la ejecución de los terraplenes), por lo que la planta no puede realizar un buen anclaje de sus raíces.
-Los ejemplares reciben casi nulas tareas de mantenimiento en referencia a podas de conducción, de aclareo, etc. Todo lo anterior hace que ante la presencia de tormentas ventosas el follaje actúe como una barrera física, inclinando la planta y efectuando su caída lateral.
-La mala ubicación en referencia a condiciones de seguridad para los usuarios de la ruta, cuando se ubican muy próximos a la calzada incluso a veces protegidos por barreras de contención metálicas.
-Algunos ejemplares se pueden encontrar afectando conos de visibilidad de accesos a calles colectoras o ramales ferroviarios desde la carretera principal, como así también obstaculizando luminarias, sistemas de señalamiento vertical y luminoso.
De ser complejo el retiro de las especies y de contarse con una disponibilidad acotada de espacio, se podrá instalar sistemas de contención vehicular (SCV) en las zonas laterales de las carreteras previo y distanciado suficientemente de los troncos. Su principal función será proteger a los usuarios del camino, reduciendo el número de víctimas fatales y la gravedad de las lesiones, ante accidentes por abandono de la calzada, conteniendo, re direccionando o deteniendo a los vehículos.
Por su función y ubicación tal lo expresado e ilustrado, los dispositivos de contención de vehículos más clásicos son las Barreras Laterales, aquellas que se instalan en las márgenes laterales o en las medianas como separadores de los sentidos de circulación. Evitan que los vehículos que abandonan la calzada choquen con obstáculos fijos peligrosos, vuelquen o caigan por los desniveles existentes en las márgenes o choquen frontalmente con el tránsito que viene en sentido opuesto (pueden en este caso ser semirrígidas o flexibles).
Ante el empleo de estas barreras, no debe olvidarse que al poseer flexibilidad, necesitan, un mayor espacio de deflexión para contener a un vehículo, el que puede, de estar las barreras instaladas próximas a un tronco, superar el espacio de trabajo y chocar igualmente contra dicha especie vegetal.
Si bien la respuesta tiene que ver con la masa, velocidad y ángulo de incidencia del vehículo comprometido que sale de calzada, las distancias ideales entre dichos recursos y filo de corteza de los árboles, para deflexionar sin inconvenientes, ronda 1,50m para las barreras metálicas semirrígidas y 3,00m para las defensas Flexibles de Cables. Podrá reducirse en aproximadamente 0,50m dicha distancia, si se agregan más postes separadores o se incorpora una viga bionda más en la Flex Beam, rigidizándose el sistema.
Existiendo espacio suficiente, podrá resolverse mediante la implantación de especies menores por delante y en los laterales de los conjuntos forestados, a los fines de oficiar de atenuador de impactos.
Este esquema de distribución espacial de las especies vegetales, permite no sólo evitar el choque directo a los troncos de árboles de gran desarrollo, sino también lograr la anticipada visualización de la aparición de personas y/o animales movilizándose hacia el camino.
La tradicional elección de las trazas viales, a partir de hacer coincidir los vértices con los ámbitos de cota de terreno natural más elevados, también ha generado desde el punto de vista ambientalista actual, “graves heridas” al tener que definir la apertura para el pasaje de las curvas por antiguos macizos forestales. Debiendo eliminar múltiples especies maduras en épocas donde no se hablaba, como actualmente, de “compensación forestal”.

EFECTO “TUBO”

Ante la existencia de densos bosquecillos o formaciones arbóleas enfrentadas, donde se unifica espacialmente el follaje, al ingresar o egresar durante las horas diurnas del efecto “tubo”, se produce destello al conductor desprevenido, complicándose la situación, al existir una curva a continuación de la salida motivado por lo expresado anteriormente. La solución, es proceder a la semilogarítmica separación de las especies en los extremos, a los fines de “clarear” la calzada y zona de camino, es decir permitir que ingrese paulatinamente mayor caudal de luz natural hasta la salida, oportunidad donde actúa la luz solar plena, evitándose de esta manera el sorpresivo encandilamiento o destello de los conductores, a partir del acostumbramiento de las retinas. De similar resolución, a los recursos que se deben aplicar a la salida de los túneles.
Extremadamente compleja, es la situación expresada en las imágenes anteriores, en la que se aprecian alineadas especies forestales de gruesos troncos, expuestas muy cerca del filo de calzada. Es común en implantaciones de pretéritos caminos de campaña, que otorgaban sombra a los mismos cuando transitaban carruajes, jinetes y sermovientes.
En la actualidad, merced al impulso de la defensa del ambiente natural, se ha convertido en una potencial confrontación intentar proceder al retiro de dichos los árboles, que los ambientalistas suelen denominar “fundacionales”. Se han dado casos de concluir las discusiones, mediante la ejecución de una variante a efectos de evitar problemas socio-ambientales. No obstante, dependerá de las condiciones de las plantas y del espacio, en diversas ocasiones de ampliación de arterias, especialmente en zonas urbanas, se ha procedido a trasladar y reimplantar los árboles en una nueva y segura ubicación, previendo un tratamiento muy artesanal, que permite recuperar las especies.
La distancia mínima a respetar desde filo de calzada a filo de las especies forestales, que posean más de 100 mm de espesor, será 10,00m, espacio en el que el conductor errante podrá intentar volver a la calzada. De poseer dicha distancia o más, se podrá proceder a la implantación preliminar de las mencionadas “defensas vegetales”, las cuales bien dispuestas podrán lograr una considerable desaceleración del vehículo errante.

OBSTACULIZACIÓN DE ÁNGULOS DE VISIBILIDAD
La descontrolada expansión y crecimiento de los macizos forestales, pueden cubrir ángulos de visibilidad en intersecciones con carreteras o con ramales ferroviarios, situación que amerita intervenir, a los fines de respetar la liberación de dichos triángulos que permitan anticipar la visualización de los vehículos que se aproximan, dimensionados según la velocidad directriz en el caso de carreteras o a la densidad de convoyes ferroviarios previstos para cada vía, en el caso de cruces ferroviarios.
La invasión de los follajes y malezas hasta las proximidades del borde de las carreteras, pueden ocultar también la presencia de animales, que pueden sorprender al acceder a la calzada, generando potenciales accidentes.