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Cuidar los caminos también es Seguridad Vial

Por el Sr. Claudio Andrés Verón.
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EDITORIAL

Por el Sr. Claudio Andrés Verón.

Nuestro país se ha destacado en los últimos años por un avance en la construcción de rutas y autopistas, pero el mal uso que hacemos de esos caminos es lo que genera, en muchos casos, que no se note el crecimiento de la infraestructura vial por la cantidad de siniestros que continúan con sus lamentables desenlaces.

Pese a que se considera a la infraestructura vial como una de las causas de los accidentes viales en un porcentaje mínimo, pero determinante en comparación al factor humano; en junio de este año se dio a conocer una noticia: hace un par de años atrás el 40% de las rutas argentinas estaba en mal estado y que los avances en la construcción y reparación de estos tipos de caminos estarían alcanzando, para el año 2021, unos 10.000 km de rutas nuevas, duplicando la cantidad de kilómetros construidos en los últimos 65 años. Todo eso sumado a los 1.216 kilómetros de autopistas en proceso de construcción y demás obras realizadas a lo largo y ancho del territorio nacional. Lo que habla de un trabajo de planificación que apunta a mejorar el escenario vial respecto de la construcción de nuevas autopistas, carriles de sobrepaso y banquinas en rutas menos transitadas que unen pueblos y ciudades.
Se está percibiendo la intención de una política integral en el desarrollo del sistema vial en argentina, tal como viene sucediendo en otros países, los cuales han avanzado mucho en este tema y de hecho han bajado los índices de siniestros de tránsito a consecuencia del perfeccionamiento en caminos y su señalización.
Construcción de nuevos caminos, reparación de otros, señalizaciones adecuadas, etc. no es suficiente si nosotros, los usuarios, los verdaderos protagonistas del tránsito, no hacemos la parte que nos toca asumiendo nuestras responsabilidades a la hora de conducir vehículos.
Una investigación realizada en la provincia de Tucumán, dio como resultado, la posible atribución o presunción de responsabilidad a la conducta humana como uno de los factores principales de la causa de tantos siniestros viales con sus víctimas fatales en época de zafra, en los casos en donde participan un vehículo que transporta caña de azúcar y otro particular. Y precisamente, el conductor de éste último es el apuntado por mi investigación como protagonista principal de la producción del evento dañoso y cuyos desenlaces de dispersan, no sólo en quienes participaron del hecho sino en toda una sociedad. Aun así, ésta misma sociedad es la que no reacciona ante este tipo de situaciones en que se repiten permanentemente en las rutas tucumanas y en donde sólo cambian los protagonistas. Digo ésta misma sociedad, porque son ellos, en definitiva somos nosotros, quienes tomamos las decisiones sentados frente al volante y no medimos las consecuencias del riesgo ni aun sabiendo los posibles resultados, porque estamos convencidos que a nosotros no nos va a pasar.
Sabiendo que el transporte azucarero ocupa gran parte del espacio vial en las rutas provinciales y nacionales dentro del territorio de la provincia de Tucumán, y que éstos vehículos cuando están cargados, se desplazan a velocidades inferiores a los límites mínimos establecidos por nuestra legislación nacional, llevando a una situación de alto riesgo cuando se mezclan las velocidades que desarrollan los tractores y camiones transportadores de caña con las velocidades del resto de los vehículos que diariamente circulan por esos lugares. En consecuencia, es preciso comprender que debemos aprender a compartir los dichos espacios en la vía pública para poder conseguir un tránsito más armónico y ordenado para alcanzar los objetivos que tiene la seguridad vial.
En una encuesta realizada en la provincia de referencia, se les preguntó a las personas, en primer lugar: En una ruta desolada, recta y sin obstáculos, ¿a qué velocidad circularían? La mayoría de los encuestados coincidían en responder: 110, 120 y hasta 140 km/h. Posteriormente y en la misma encuesta, hicimos referencia a la situación que se vive en tiempos se zafra en las rutas, donde cada año mueren personas a consecuencia de impactos entre vehículos pesados que circulan a bajas velocidades y el resto de los usuarios entre conductores de autos y motocicletas. Lo primero en observar en las personas encuestadas es un lógico gesto como de reprobación, de repudio o de indignación por el tema en cuestión. Entonces, en ese momento, aprovechamos para preguntarles: conociendo que los siniestros se repiten cada año en Tucumán con la presencia del transporte cañero: ¿Qué solución le darían a esta situación para que el año que viene no volvamos a tener que lamentar tantas víctimas fatales en nuestras rutas?
A éste interrogante, la misma gente responde: “En primer lugar deberían hacer caminos alternativos para el transporte de caña”.
Allí, con esa respuesta, pude terminar de confirmar que es en realidad la conducta humana acompañada por otros factores, como el desconocimiento de responsabilidades, lo que nos está llevando por el camino equivocado. ¿Por qué? Porque las personas que, al principio de la encuesta respondieron que en una ruta desolada, recta y sin obstáculos circularían a 140 km/h son las mismas que “pretenden caminos alternativos para el transporte de caña”. ¿Por qué? Porque consideran que esos vehículos, pesados y lentos, son los que están estorbando sobre la ruta y que con la presencia de ellos no pueden desarrollar las velocidades que los encuestados quisieran (120, 140Km/h)
La misma encuesta, se llevó a cabo también en el Curso de Seguridad Vial del Centro de Emisión de Licencias de Conducir de la Municipalidad de Aguilares, en una charla que se realiza a quienes renuevan sus licencias, y en donde la respuesta fue casi unánime. Es decir, se repetía la coincidencia (como en la encuesta que se hizo en la vía pública con anterioridad) al confesar cada entrevistado respecto de las velocidades en las que circularían en una ruta desolada, recta y sin obstáculos; y por otro lado, al manifestar que la solución para reducir los siniestros en época de zafra es la construcción de caminos alternativos, quedando como resultado final la confirmación de la conducta humana como factor determinante en la causante de sucesos que bien podrían haber sido evitados.
Este tipo de situaciones genera una sensación de un tránsito intolerable, formándose largas filas de vehículos en las dos manos de la vía, cuyos conductores, en su afán de llegar más rápido al destino del viaje, comienzan a realizar maniobras de sobrepaso legalmente prohibidas y extremadamente peligrosas tanto para ellos cuanto para el resto de los usuarios que circulan por el lugar, y precisamente, se considera al adelantamiento en doble línea amarilla como uno de los movimientos más comunes que protagonizaron siniestros con sus ya conocidas consecuencias.
El cuidado de los caminos para una mayor seguridad
Existen en el país, municipios que realizan convenios con la Dirección Provincial de Vialidad correspondiente a su jurisdicción, en donde se efectúan controles de pesos en camiones con balanzas móviles con el objeto de que se cumpla la reglamentación referida a este caso en particular; para lograr una mayor durabilidad de la superficie de circulación y generar conciencia respecto del cuidado de las rutas. Considero que este tipo de acciones deberían ser imitadas por todos los municipios que tengan rutas que pasan por sus jurisdicciones, entendiendo que esta medida es de considerable importancia si se pretende mantener en condiciones óptimas de circulación los caminos y así aprovechar al máximo la vida útil de los mismos.
Los espacios públicos de circulación vehicular, son vías que deben ser compartidas por todos los que conducimos vehículos. Existirán también vías de circulación exclusivas, determinadas para vehículos de transporte de pasajeros por ejemplo. Aun así, entendiendo que cada autoridad responsable del mantenimiento, realizan sus tareas correspondientes.
Por eso, es necesario que los usuarios hagamos una reflexión respecto del uso que hacemos de estos espacios y no pretendamos siempre cargar la responsabilidad sobre otros cuando en muchos casos somos los verdaderos protagonistas de la siniestralidad vial, producto de la desaprensiva utilización de nuestros vehículos a excesiva velocidad en caminos que se encuentran en perfectas condiciones en la superficie de rodamiento y señalización adecuada.
Reflexión final
Este artículo apunta, básicamente, a reflexionar sobre nuestros propios comportamientos como conductores para el uso correcto de la vía pública y cuidar nuestros caminos.
Circular nos reta en cada paso a convivir y los resultados no son siempre armónicos. Sería muy recomendable repasar la partitura, asegurarnos que el tiempo y el ritmo son los adecuados y no perder de vista a nuestros compañeros de viaje y su forma de interpretar la conducción.
El valor del compromiso con nuestros principios, con las peculiaridades de quienes nos rodean. Con todo respeto, nos permitimos sugerir los contenidos viales como inversión rentable para adquirir aprendizajes significativos sobre este compromiso.
Dicen los filósofos que la duda es el motor del progreso. No podemos afirmar al cien por ciento que nuestra percepción coincida con lo que perciban los demás, dudamos de nuestras propias percepciones. Para solventarlo, ha sido necesario habilitar un código de comunicación universal. Peatones y conductores, mayores y pequeños, ciclistas y motoristas somos usuarios y ciudadanos que compartimos espacios. Hagamos un esfuerzo por integrarnos como sabemos que deberíamos hacerlo: practiquemos la tolerancia. Cuidemos nuestros caminos, nuestra vida y la de nuestros hijos.