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“Necesitamos los recambios generacionales”

El Sr. Juan Segovia, presidente de CATAMP (Cámara Argentina del Transporte Automotor de Mercancías y Residuos Peligrosos) conversó con Revista Vial acerca de la pronta finalización de su mandato.
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EDITORIAL

En el mes de abril, el Sr. Juan Segovia concluye su presidencia en CATAMP, ya que, de acuerdo a lo establecido por el estatuto, no puede permanecer por más de dos periodos consecutivos en el cargo. En esa línea, el Directivo elaboró un breve resumen sobre su experiencia, señaló cuales fueron sus logros y qué cuestiones le hubiera interesado poder modificar.

-¿Cómo fueron sus inicios en la actividad?
Sr. Juan Segovia: Durante mi gestión, nunca participé de otra actividad gremial empresaria, a pesar de que estamos asociados al CEAC (Cámara de Empresarios del Autotransporte de Cargas), una compañía que tiene más de 43 años. En el año 1993, desconozco las circunstancias, la empresa La Oxígena se comunicó con nosotros para saber si nos interesaba hacernos cargo de la distribución de los gases medicinales. Por ese entonces, yo era propietario de una pequeña empresa unipersonal. Al conocer las condiciones, lo evalué. Y en un periodo de menos de cinco meses debía tener armada una estructura. La propuesta llegó en septiembre, y el 1 de enero de 1994 comencé a trabajar con Air Liquide, con cuatro camiones en la planta; sus choferes, que ya estaban habilitados porque se había dictado la norma de Transporte de Mercancías Peligrosas, y con el equipamiento que requería la empresa para poder llevar a cabo el transporte y la distribución de los insumos.

-¿El transporte era especializado para llevar tanques?
J.S.: No eran tanques, sino cilindros; el tubo de oxígeno y los termos que se utilizan en la clínica. Logré afrontar el desafío. En aquella época, aún no contaba con mi hijo, por lo que trabajaba solo. Realicé las gestiones correspondientes, conseguí créditos en el Banco Provincia y obtuve un apoyo muy importante por parte de los proveedores. La credibilidad que me otorgaron mis años de trayectoria dentro del sector me permitió adquirir los préstamos sin mayores obstáculos. Se trató de una experiencia complicada porque las jornadas eran de lunes a domingo, las 24 horas del día. Nos exigían cumplir normas de velocidad y de tránsito, aunque debíamos ser ambulancias. Si algún conductor sufría un mínimo inconveniente, los supervisores se encargaban de que sea despedido. Era un ambiente muy conflictivo, pero creo que era el tipo de operatoria que necesitaba la empresa. Hoy quizás, con las reglas de seguridad que existen, esa situación se modificó. Nos renovaron el contrato en dos oportunidades. En la tercera ocasión, el país se encontraba en una etapa en la que los costos y las tarifas sufrían una gran desigualdad. Esa circunstancia me obligó a reunir con un prestador con el fin de llegar a un acuerdo, y enviar una tarifa lógica para poder seguir prestando un servicio acorde a la renovación de los vehículos, los recambios de personal y los costos extras. Mi colega cotizó mucho más bajo que yo, por lo que me desvinculé del mercado. Estas experiencias me sirvieron como aprendizaje, porque yo estaba acostumbrado a contratar camiones, y sabía lo que significaba que las empresas de transporte me mintieran. Dada la imposibilidad de entregar los insumos en el micro y macrocentro por la restricción para vehículos de carga, me dirigí a la Cámara, nos asociamos, comenzamos a llevar a cabo las gestiones, y me invitaron a una reunión de la Comisión Directiva, la cual fue muy fructífera porque conocí gente que realmente se ocupaba de las dificultades que atravesaba el sector en ese entonces. Además, me encontré con transportistas muy valiosos y con otras compañías de transporte con personas muy honestas. Al ingresar a CATAMP, pudimos obtener el permiso para poder entregar el oxígeno medicinal a los domicilios obstaculizados.

-Su incorporación fue paulatina…
J.S.: Claro. Finalizada la primera reunión, fui invitado a la segunda donde me otorgaron el puesto de vocal. Luego, ascendí a vicepresidente. Como tal, inclusive, me responsabilizaba del desarrollo del organismo, ya que el Sr. Marcelo Mugas, quien era el presidente, participaba de una actividad muy importante dentro de FADEEAC (Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas) y posteriormente, fue designado como Director Ejecutivo de esa organización. Por lo tanto, dedicaba gran parte de su tiempo a esos cargos. Entonces, antes de asumir la presidencia, durante esos dos últimos periodos, fui Secretario.

-Entonces, su gestión comenzó antes de asumir la Presidencia…
J.S.: Exactamente. Eso me causó muchísimos problemas con mi familia, porque en ese momento, mi hijo aún no había alcanzado la plenitud; transitaba su etapa escolar. Sin embargo, al comenzar el colegio secundario, estudiaba por la noche y trabajaba durante el día. También recibí recriminaciones por parte de mi esposa. Fueron tiempos difíciles pero importantes porque vimos cómo el sector, de alguna manera, crecía. Asimismo, empezamos a conocernos más, gracias al desarrollo de los Consejos Federales en el interior del país, a los que nos costaba asistir porque no disponíamos de los medios económicos para hacerlo. Pero el hecho de habernos relacionado permitió que se genere cierto respeto entre los colegas transportistas.

-¿Y cuál considera que fue su primer gran acierto?
J.S.: Creo que la creación del Registro Único del Transporte Automotor (RUTA) nos permitió blanquear a los empleados, porque hoy el trabajo en negro es uno de los peores flagelos que tenemos. Había que crear los centros de inscripción del RUTA, y en la Cámara no había medios. Por lo cual, algunos socios, incluyéndome, nos comunicamos con los Presidentes de las Cámaras con el objetivo de instalar esos lugares en donde no perjudicara el área en el que ellos tenían influencia. Así, logramos armar cuatro centros: en el Mercado Central, en San Justo, en nuestra sede en la calle Sarmiento, y por último, en la calle Monroe donde estaba la oficina comercial. Asimismo, surgieron los cursos, por lo que debimos conseguir formadores y capacitarlos. Para ello, la Sra. Alicia Ballesteros, que se estaba recibiendo de Licenciada, se ofreció a ayudar, junto con dos compañeros de los cuales uno de ellos, Manuel García, que es un actor fundamental en Recursos Humanos en la FPT (Fundación Profesional para el Transporte). El otro joven fue Ángel Quiroga, quien actualmente brinda cursos. Pero fueron años complicados porque no disponíamos de los medios para armar la estructura, no había retribución para estos estudiantes.

-¿Cuándo comenzaron a contar con fondos?
J.S.: Durante un periodo atravesamos dificultades para pagar el alquiler de la calle Sarmiento. Ese motivo nos obligó a trasladarnos, por algunos meses, a la sede de la oficina comercial de la empresa Transmec. Finalmente, pudimos regresar gracias a la flexibilidad del propietario. Allí comenzamos a tener ciertos recursos con los ingresos del RUTA y de los cursos. Pero los medios del RUTA nunca fueron muy genuinos, por lo tanto, la Cámara no recibía sumas importantes. Sin embargo, nos fortalecimos con las inscripciones del Registro y con las capacitaciones.

-¿Hoy todos los propietarios de camiones disponen del RUTA para circular?
J.S.: Sí, lo tiene obligatoriamente todo vehículo que transporte más de 700 kilos.

-¿Y ustedes cobran el RUTA dentro de la especialidad?
J.S.: No, nosotros cobramos la inscripción del RUTA de acuerdo a lo que nos dictamina su Directorio, como lo hace, normalmente, el Registro de la Propiedad del Automotor (DNRPA). En la actualidad, el costo es de $350. Cuando se creó la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), algunos profesionales trabajaron en el Consejo Federal de Seguridad Vial sobre la problemática de las playas de estacionamiento, que hoy todavía genera complicaciones para los vehículos que transportan mercancías y residuos peligrosos. Esas personas quedaron desafectadas del Consejo. Por tal razón, desarrollamos un foro que se incorporó a CATAMP. De ese modo, aquellos que habían sido desvinculados, se reunían periódicamente para continuar con el análisis de esa cuestión. Inclusive, estamos tratando, junto con algunos funcionarios del Gobierno que integran ese tribunal, de ver de qué manera conseguimos darle un marco legal, para que la tarea que ellos realizan pueda ser utilizada por los organismos que la necesitan.

LA IMPORTANCIA DEL CIPET
-Además, durante su gestión se creó el Centro de Información para Emergencias en el Transporte (CIPET)
J.S.: Exacto. Durante los momentos más difíciles, llevamos a cabo un estudio de mercado con el Ing. Oscar Bourquin. Yo había trabajado para la empresa Latin Energy, perteneciente a British Petroleum, entonces nos pedían que asistiéramos a los simulacros, y allí observábamos la problemática. Y en medio de un viaje del que habíamos participado con el Sr. Marcelo Mugas, comenzamos a hablar sobre el asunto, a debatir ideas, y decidimos crear el CIPET. Nos costó muchísimo sacrificio, un gran rechazo, incluso, por el sector mismo, aunque no por parte de la Cámara. En más de una oportunidad, consideramos abortar el proyecto por falta de financiamiento, porque nos habían dado un plazo de tres meses en los que debíamos movilizarnos. Afortunadamente, contamos con la buena voluntad de los socios y con los medios para poder lograr el objetivo. Hoy, ya cumplimos diez años. Es exitoso y alabado por todos los organismos oficiales relacionados, con la Respuesta de Emergencia, Defensa Civil, Dirección Nacional de Protección Civil y el Ministerio del Interior. El Estado no posee esta herramienta, aunque debería. Tal es así, que hoy trabajamos en una oficina del Ministerio del Interior y ahora, vamos a trasladarnos a la Dirección Nacional de Protección Civil. Asimismo, disponemos de una base de datos importantísima de hospitales, empresas remediadoras, de transporte de residuos, máquinas viales y los cuerpos de Bomberos. La misma se actualiza diariamente. Por otro lado, mucha gente llama desde las autopistas para pedir auxilio porque se encuentra con gente descompensada.
Este organismo fue creado porque antes en caso de que un camión volcara, por ejemplo, en Jujuy, el dueño de la empresa en Buenos Aires debía dirigirse al lugar del hecho. Y cuando llegaba, ya era tarde. Hoy, el procedimiento es automático. Si el chofer se encuentra en condiciones, solicita la intervención del CIPET. De lo contrario, cualquier persona que pase por la zona y vea al vehículo identificado, llama al 0800 y el operador enseguida pone en marcha la respuesta de emergencia.

-¿Saben de qué manera actuar ante esas situaciones?
J.S.: Así es. Son operadores de las Fuerzas Armadas de Prefectura del Ejército que reciben constantemente capacitación y entrenamiento para saber cómo dar respuesta a la emergencia.

-¿Existe una continua incorporación de tecnología?
J.S.: Sí. Esa es una de las fortalezas más grandes que tiene el CIPET. Dispone de tecnología de última generación, y no deja de añadir las innovaciones. Cuanto más rápido se efectúa la respuesta de emergencia, menos son los daños ocasionados a las personas y al medio ambiente.

-¿Las empresas dedicadas al transporte de sustancias peligrosas van en crecimiento?
J.S.: Normalmente se incorporan de acuerdo a la demanda. La antigüedad de las unidades tractoras o con motor no debe superar los diez años. Por lo cual, hay una renovación constante. Mucha gente ingresa al sector, ya que al no estar regulado, cualquier persona que adquiere una camioneta la bautiza con el nombre de “Transporte, Logística y Distribución” y comienza a trabajar en el mercado.

-¿Esto también aplica para Cargas Peligrosas?
J.S.: Para Cargas Peligrosas se debería cumplir con los requisitos que exige la ley.

-¿Las compañías detectan esas irregularidades?
J.S.: Hoy las empresas son aquellas que más nos fiscalizan y nos imponen sus propias normas. Algunas solicitan que las unidades cuenten con cinco años de antigüedad. Los tanques que transportan combustible son equipos de última generación. El dador de carga necesita que la tecnología esté presente y actualizada por una cuestión de seguridad. Se requiere de mucha inversión.

ETAPA CONCLUIDA
-¿Qué conclusiones hace de su gestión?
J.S.: Si bien no obtuve el crecimiento suficiente como para alcanzar a ser una gran empresa, sí es una entidad que ya está acreditada y es respetada, y de la cual me siento orgulloso, porque el hecho de que sea una PyME y que se mantenga en el tiempo es algo importante. FADEEAC compró el edificio que era de IVECO y lo remodeló. Había lugar para las Cámaras, por lo cual, dejamos las oficinas de la calle Sarmiento, nos ubicamos en ese organismo y fuimos creciendo lentamente. Asimismo, me genera gratitud saber que gracias a la capacitación y a la inscripción de cursos, de la Cámara viven alrededor de 45 y 50 familias. Somos respetuosos y agradecidos de nuestros recursos humanos. Conformamos un grupo que hoy nos permite decir que estamos muy bien interrelacionados con todos los organismos del Estado con los cuales debemos interactuar. Afortunadamente, pudimos lograr las metas sin ayuda externa, con recursos propios. También me siento halagado porque tuve la oportunidad de trabajar con el Departamento de Infraestructura de FADEEAC y con funcionarios de Vialidad Nacional.

-Vas a extrañar, pero son etapas cumplidas…
J.S.: Creo que la permanencia daña en cualquier tipo de organización. Incluso en mi empresa sucede eso. Necesitamos los recambios generacionales. Hoy, la tecnología requiere de gente que esté instruida. Por ese motivo, cuando me pidieron que asumiera la Presidencia de CATAMP, contesté que aceptaba si reformulábamos el estatuto. Lo digo con orgullo porque es uno de los problemas endémicos del país. Aquellos que llevamos al frente la dirección de un organismo, nos perpetuamos en el cargo, y con el tiempo pensamos que la función que estamos cumpliendo es nuestra. Eso es perjudicial. Se pierde el criterio. Me voy muy apenado pero confío en las personas que quedan. De todos modos, siempre estaré a disposición de lo que necesiten.

-¿Le quedó algún objetivo pendiente?
J.S.: No. Pero sí me hubiera gustado que se revierta la falta de unión del sector. No sabemos gestionar en equipo, y creo que ese es uno de mis mayores fracasos. Somos parte de un área que mueve la economía del país. Deberíamos armar una gran estructura para poder negociar, y estar en el Congreso como asesores de un Diputado, de un Senador, o contar con alguno de ellos como lo hace la UIA (Unión Industrial Argentina) y otras tantas entidades. Sería importante, también, que el Gobierno comience a proteger a las PyMEs, porque hoy nos posicionan a la par de las grandes empresas internacionales. Creo que es necesario poner énfasis en lograr conseguir leyes laborales adecuadas a la época en la que vivimos, y no convenios colectivos de trabajo vetustos que no ayudan a la gente. De esa manera, quizás, hoy tendríamos 300.000 empleados en lugar de 200.000, no existirían tantas personas en negro ni tantas compañías marginales, y pagaríamos menos impuestos, ya que todos podríamos aportar. Es una deuda pendiente, porque esta problemática la viví a lo largo de los años.

– Habla con conocimiento de causa…
J.S.: Sí. En especial, cuando uno hace las cosas con mucho sacrificio. Antiguamente, teníamos la necesidad de trabajar desde muy temprana edad. Hoy, muchos jóvenes se insertan en el mercado laboral a los 20 años. Son otros tiempos. Hay que adaptar la tecnología a las nuevas generaciones y a lo que nos impone la vida.

-¿Las PyMEs son las empresas que mayor cantidad de empleo ofrecen?
J.S.: Exactamente. Nos cuesta mucho desvincularnos de una persona a la cual capacitamos y le otorgamos nuestra confianza. De algún modo, sentimos que forma parte de la familia. Y ese es uno de los motivos por los cuales siento un gran orgullo. Estoy muy agradecido porque me voy con el aprecio de la gente del sector.