Palabras iniciales
Como ya es habitual en estas páginas, a propósito de la conmemoración el 10 de Junio como el Día Nacional de la Seguridad Vial, aprovecho la oportunidad para desarrollar algunas reflexiones sobre el problema de los accidentes de tránsito, los que con más frecuencia y gravedad se registran en nuestro país tanto en las carreteras como en las regiones urbanas.
Me resulta difícil ser original en los planteos de propuestas para encaminar algunas soluciones sin reiterar conceptos, que los especialistas en el tema ya no lo hayan analizado acompañando estudios estadísticos en los que se comprueba el agravamiento de varios factores vinculados con los accidentes de tránsito. En este contexto, se plantean aquí algunos aportes técnicos en cuanto a la ingeniería de tránsito y de ser posible para su discusión pública
Muertos en accidentes de tránsito
Según datos publicados por la prestigiosa organización Luchemos por la Vida, los muertos por accidentes de tránsito en el año 2021 fueron 5.957, de los cuales 99 ocurrieron en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y 1.862 en la Provincia de Buenos Aires.
En relación a como se distribuyen los siniestros por tipo de transporte, el Observatorio de Seguridad Vial de la Ciudad de Buenos Aires a este respecto ha informado que del total de 99 muertos solo el 10 % corresponde a personas que viajaban en automotores, mientras que el resto correspondía motociclistas (en mayor número), ciclistas y peatones.
Si se discriminan las estadísticas en la Ciudad por las causas en los accidentes de todo tipo, se tiene que el 57% corresponde a exceso de velocidad, 32% a violación en las señales de los semáforos y 21% por conducir alcoholizado.
A continuación, se analizan algunos aspectos de las normativas que regulan las velocidades máximas establecidas en carreteras y en las zonas urbanas, los problemas derivados de las mismas y algunas propuestas orientadas a dar algún tipo de solución a la problemática de los accidentes derivados por los excesos en los desplazamientos de los vehículos.
Velocidad máxima en carreteras
El límite máximo de velocidad que ha establecido la Ley de Tránsito N°24.449 es de 130 km/h para circular por calzadas en Autopistas, es decir que esa es la cota superior de los desplazamientos vehiculares en todas las infraestructuras viales del país. La realidad cotidiana nos permite ver que es frecuente ver casos concretos de automóviles que se mueven superando ese límite, aún en arterias urbanas dando lugar a dolorosos accidentes con víctimas mortales.
Al respecto se entiende como comprensibles las razones que tuvieron los legisladores que aprobaron la citada norma en función de la realidad de varios años atrás, no obstante, creo que en la actualidad ese valor es irracionalmente alto. Por ejemplo, cuando se opera con una Autopista en un tramo extenso sin accesos intermedios, los proyectistas proceden a señalizar la ruta conforme a lo autorizado por Ley, no obstante, puede ser que la infraestructura no ofrezca las condiciones de seguridad necesarias. Si nos circunscribimos a CABA y a la Provincia de Buenos Aires, todas las mañanas es absolutamente normal que las denominadas torres de tránsito informen de los desastres de choques, cortes por accidentes con sus víctimas, etc., situación hasta diría macabra en cuanto a esta anormalidad a la que nos vamos acostumbrando.
Veamos el problema primero en Autopistas y vías rápidas, donde son de destacar los casos de la Avda. Gral Paz y de la Autopista 25 de Mayo donde se ha llevado a cabo una acción muy positiva, en cuanto al haber fijado como máximo, la velocidad de 80 km/h, sumado a una supervisión a lo largo de toda su traza con cámaras de control para detección de infracciones.
En cambio, en las Autopistas de desarrollo radial en el Región Metropolitana por los que circulan los flujos vehiculares más altos que acceden al núcleo urbano central de la Ciudad de Buenos Aires, se habilitan los desplazamientos a velocidades de hasta 130 km/hora.
Bajo el punto de vista de la seguridad, estos valores deben establecerse teniendo en cuenta varios factores entre los que se destacan la infraestructura vial, los volúmenes de tránsito especialmente en las horas pico y el comportamiento de los conductores. En el Acceso Norte se ha señalizado un sistema (tema éste tratado en estas Crónicas) en el que se discriminan las velocidades máximas por carril que van de 100 km/h hasta 130 km/h discriminación del tránsito liviano del pesado, para el tránsito liviano, fijándose una velocidad mínima de 60 Km/h. Esto podría ser viable con bajos niveles de tránsito, pero en horarios de alta demanda se observa que hay una fricción importante entre los vehículos en diferentes carriles, además de como es habitual los cambios bruscos de automovilistas abriéndose camino para el sobrepaso en una carrera peligrosa. Los habituales accidentes diarios que se observan, me eximen de mayores comentarios.
Es interesante traer aquí la experiencia técnica implementada hace ya algunos años en una autopista en el Sur de Alemania para regular la velocidad máxima variable por carril en forma automática. Como es sabido en ese país no se había fijado un máximo de velocidad en la red de carreteras rápidas por lo que el caso citado introducía un cambio metodológico importante a partir de un algoritmo que tenía en cuenta diversas variables del tránsito vehicular.
Tal vez, ante la imposibilidad en nuestro país de encarar grandes cambios, podría fijarse en forma general que se disminuya el máximo de 130 km/h a 120 Km/h.
Por último, un aspecto a considerar en cuanto a la operación de las autopistas en regiones urbanas, son las dificultades que se registran en las ramas de egreso hacia las calzadas colectoras, ante el control semafórico que, operando a ciclo fijo, dan lugar a la formación de colas, algunas de las cuales se prolongan hasta los carriles propios de las vías rápidas, con el consiguiente peligro para el tránsito central. Esta problemática también fue tratada en estas Crónicas, cuya solución está relativamente accesible haciendo uso de la tecnología inteligente disponible.
Velocidad máxima en zonas urbanas
Aquí rigen los máximos establecidos por Ley de 40 km/h en calles y 60 Km/h en Avenidas, debiendo reducirse a 20 Km/h al atravesar cruces de arterias o en proximidades de establecimientos escolares y otros. Hay una excepción en la Avda. del Libertador que en algunos tramos es de 70 Km/h. Aquí se reitera el concepto anterior de los 130 Km/h en Autopistas, en que estas decisiones fueron tomadas hace bastante tiempo con un cuadro de situación distinto respecto al comportamiento del tránsito actual.
Recientemente, un accidente muy grave en la citada Avenida con un vehículo circulando a una velocidad del orden de los 150 Km/h ha sido un llamado de atención. Es indudable que la conducta del irresponsable que conducía a esa velocidad no tiene relación con la normativa vigente en esa arteria. No obstante, se entiende que aquí también debería procederse a encuadrar los límites máximos en los 60 km/h.
Las ciudades tienen sus avenidas con semáforos sincronizados dentro de los límites establecidos por lo que las tasas de siniestralidad por exceso de velocidad son bajas para los automóviles, pero son altas y en crecimiento tal como se ha detallado, para las motocicletas y en menor medida para los ciclistas y peatones.
Los sistemas inteligentes de control de las infracciones tanto en las ciudades como en las carreteras, son una herramienta eficaz para dar una respuesta adecuada a los excesos y evitar así los accidentes. De esto hay una aceptación generalizada en su uso, no obstante, se observa una opinión muy negativa por su implementación por parte de los ciudadanos. Más allá del enojo que provoca recibir una acta de infracción y la obligación de su pago, se entiende que las autoridades responsables deben tener especial cuidado de la instalación de los dispositivos de medición y el señalamiento vial consecuente, de forma tal que estas acciones no son sean percibidas, como frecuentes trampas montadas en lugares que existe cierta confusión en el señalamiento.
Palabras finales
Este informe es un modesto planteo técnico para el tratamiento de una problemática como es la seguridad y los accidentes de tránsito, que tiene una complejidad que ha implicado un agravamiento progresivo con consecuencias negativas para la sociedad, acompañado con el explosivo aumento del tránsito en todos los medios de transporte utilizados.
Lamentablemente, hasta el presente, tanto la creación de numerosos organismos estatales, como ONG especializadas, como las acciones encaradas por las reparticiones públicas provinciales y municipales no han logrado resultados satisfactorios que permitan proyectar una solución adecuada a mediano plazo.
Que todo sea para mejor
Hasta la próxima