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Resiliencia ambiental de fauna excavadora en explotaciones de áridos de la costa atlántica: caracterización granulométrica como indicador ecosistémico

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EDITORIAL

*Por el Lic. Bernardo Daniel Taverna. Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario – CIC-PBA. Mar del Plata.

1. Introducción
Los áridos son las principales materias primas para la construcción urbana, desarrollo de infraestructuras e industrias, lo que les confiere un carácter de material estratégico para el desarrollo. Son reconocidos como el segundo recurso más consumido por el hombre después del agua. Este insumo crítico para el desarrollo humano proviene tanto de la trituración de rocas cristalinas como de la extracción directa de depósitos sedimentarios como playas, dunas o ríos.
La provincia de Buenos Aires se constituyó durante varios años como la principal provincia minera del país, especializándose en la extracción de áridos, rocas de aplicación e industriales. Allí se producen alrededor de 50 millones de toneladas anuales de áridos. La fracción correspondiente a arenas alcanza unas 9.979.967 toneladas anuales, esto convierte a la arena en el segundo recurso minero más importante de la provincia. Las principales explotaciones de éstos áridos naturales se ubican principalmente sobre los sistemas de dunas ubicados en la Costa Atlántica.
Al mismo tiempo, estas dunas son el soporte económico de las ciudades que se construyen con estos áridos, porque representan un destino con alta demanda para el turismo provincial, siendo ecosistemas complejos de alta fragilidad. Esta multiplicidad de usos conlleva un desafío para su gestión.
En la actualidad, se registran fuertes presiones en los ambientes costeros debido a la tendencia poblacional de asentarse cerca de las costas, ya sea por turismo o para evitar conflictos de presión de población en el área continental. Muchas localidades remotas, poco desarrolladas en el pasado, están sometidas a la presión del desarrollo. En la República Argentina, la provincia de Buenos Aires no es la excepción. Durante los últimos 40 años, la franja costera conocida como costa atlántica ha mostrado un elevado desarrollo urbano (del Río et al, 2017).
De este modo, actividades como la minería, tiene efectos importantes en la geomorfología y biología de las áreas que reciben este impacto. Estos ambientes medanosos son hábitat de diversos organismos. Varias comunidades vegetales y animales se desarrollan en los médanos y la dinámica de estos grupos se ve modificada por la extracción de sedimento que modifica la morfología del ambiente. Comunidades autóctonas como los artrópodos o mamíferos, por ejemplo Ctenomys talarum, así como otras introducidas, por ejemplo la liebre europea (Lepus europaeus), se ensamblan en estos ambientes de pastizales característicos. Por lo tanto, el impacto sobre los médanos es un disparador de estrés sobre todas estas comunidades.
Una vez finalizada la actividad extractiva, un resultado óptimo sería alcanzar un estado donde se desarrolle la recuperación ambiental del área degrada, entendiendo por recuperación al desarrollo de características naturales similares a las existentes previamente a la actividad de impacto. La capacidad de desarrollar un estado de recuperación ambiental es una forma de establecer la sustentabilidad de una actividad, por lo tanto la evaluación y el seguimiento del desarrollo de un yacimiento minero posterior al cese de explotación es fundamental para poder establecer un parámetro del nivel de sustentabilidad de la actividad.
Sin embargo, para lograr un estado de recuperación ambiental deben mantenerse vigentes en las inmediaciones los elementos bióticos y abióticos que componen el ecosistema primigenio. Dentro de los factores abióticos, el sedimento es uno de los principales actores, debido a las características que puede presentar respecto de la capacidad de retención del agua, la mineralización o la capacidad de intercambio del dióxido de carbono.
El término ingeniero ecosistémico es usado a menudo para describir el efecto que producen ciertos organismos en su entorno. Ejemplo de estas condiciones son los organismos excavadores como los escarabajos de la familia Cárabidos o algunos mamíferos como los miembros del género Ctenomys, que a través de sus hábitos producen una remoción de suelos y una recirculación de sedimento que permite la acumulación de nutrientes minerales en la superficie y que posibilita la circulación de estos nutrientes en los distintos ciclos del suelo, facilitando la germinación de nuevos individuos vegetales.
Muchos de estos animales son además considerados como especies claves, es decir, su actividad produce un efecto significativo en el ambiente con pocos individuos. Son organismos que de ser erradicados de un hábitat se produciría una modificación muy profunda en el equilibrio del mismo. De este modo, la conservación de estas especies claves es fundamental para el normal desarrollo, funcionamiento y equilibrio del mismo.
A su vez, la estrecha interacción que existe entre estos organismos y el ambiente en el que se desarrollan permite establecer una herramienta de gran importancia en el estudio de ambientes impactados utilizando estas especies como bioindicadores. A través del monitoreo de los mismos, se puede evaluar el estado ambiental de un sector posterior a los efectos de impacto que un hábitat puede haber recibido, por ejemplo, la actividad minera.
Dado que muchas de las comunidades faunísticas asociadas a los médanos son excavadoras, el estado sedimentológico de estas áreas es fundamental para determinar el grado de restauración al que pueden acceder los sectores impactados por la minería, entendiendo a este factor como el inicio de la memoria ecosistémica y el posterior desarrollo del ambiente. El presente trabajo exhibe una caracterización granulométrica y física del sedimento para determinar la capacidad inicial de recuperación ambiental del área, y establece el primer antecedente para la futura evaluación de la capacidad de los sistemas dunarios explotados por sus arenas para recuperarse ecológicamente.

Área de Estudio
El predio en explotación se encuentra ubicado a 1200 m al este de la Ruta Provincial 11 Interbalnearia, a la altura del Km. 429, dentro del Partido de General Madariaga. La arenera Querandí esta activa desde el año 2004 aproximadamente. La explotación se realiza mediante palas frontales que actúan sobre un único nivel desde cota 9 msnm (piso de la explotación) hasta la cota máxima de 13,5 msnm. El frente de explotación presenta una altura promedio próxima a los 2 y 3 metros de altura.
El material extraído se prepara en pilas de acopio transitorio desde donde serán cargados a camiones que los transportan directamente a los sitios de consumo.
El diseño de la arenera contempla una secuencia de áreas extractivas separados por zonas de conservación donde las actividades extractivas y el tránsito vehicular están prohibidas.

2. Materiales y métodos
El área de estudio fue dividida en cuatro sectores considerando su año de cese de explotación, a saber 2006, 2007, 2009 y 2011, para establecer si existen diferencias en las características sedimentológicas según el tiempo de cese de explotación del sector. También se relevó un quinto y un sexto sector denominado conservación y pistas, respectivamente (Ver Figura 1), que corresponden con un área que se preservó virgen y que no fue explotada, el otro sector se corresponde con las antiguas pistas de laboreo por donde transitaban los camiones que trabajaban en el área.
Con la intención de analizar las características granulométricas de cada uno de los sectores estudiados, se tomaron muestras de sedimentos de la superficie del terreno en distintos puntos de cada una de las áreas estudiadas. Estas muestras fueron tamizadas en seco, para poder fraccionarlas en cada una de las granulometrías que la componen utilizando tamices con cribas ASTM de medidas de +10 a +270, con un intervalo de 0.5 phi entre ellas.
Los valores de las fracciones fueron tabulados y utilizados luego para obtener los estadísticos granulométricos de media, mediana y desvío estándar siguiendo la metodología desarrollada por Folk y Ward.

3. Resultados
En la tabla se resumen los datos estadistícos correspondientes al conjunto de muestras analizadas. Las muestras se presentaron unimodales en todos los casos salvo por la muestra BT 5 de 2007 que fue bimodal, del mismo modo, se observó una selección moderadamente buena en todos los casos salvo para BT 5 de 2007 y BT 2 de las pistas de laboreo que fueron moderadamente seleccionadas. En todos los casos la textura fue arena ligeramente gravosa y el sedimento fue de tipo arena fina ligeramente con grava muy fina. El percentil uno en todos los casos coincidió con un arenas de transporte eólico. (Ver Tabla 1)
Las condiciones texturales de los ambientes impactados respecto del área de conservación exhiben valores similares, estos situación resulta en condiciones apropiadas para la fauna excavadora principalmente para organismos como Ctenomys talarum, que presentan un hábito de vida fosorial, en donde la arena representa un elemento fundamental en su modo de vida. Sin embargo, otras variables deben ser evaluadas para garantizar la recolonización de organismos como C. talarum.

4. Discusión

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Desde fines del Siglo XIX comenzaron a desarrollarse ciudades costeras en la provincia de Buenos Aires, pero ha sido desde la segunda mitad del Siglo XX cuando el flujo poblacional y el desarrollo económico impulsaron la creación de villas costeras y se disparó el crecimiento urbano de las ciudades ya existentes.
Hoy se pueden contabilizar unas 40 urbanizaciones costeras entre ciudades de mayor magnitud como Mar del Plata y Bahía Blanca, hasta pequeñas villas veraniegas como Camet Norte o la Baliza.

 

Estas villas y ciudades han sido construidas a expensas de geo recursos provenientes de la dinámica sedimentaria que caracteriza a las áreas costeras, más concretamente a partir de las arenas de playa y médanos. Pero este desarrollo ha tenido y tiene consecuencias ambientales.
El éxito de la recuperación ambiental, en el sentido aceptado por Gallego Valcarce depende de la integridad de la memoria ecosistémica. Un ambiente explotado puede recuperar sus características preliminares por consecuencias naturales una vez abandonadas las actividades extractivas, manteniendo la memoria ecosistémica del lugar. Esta última posee dos componentes, el interno y externo. El primero de ellos es propio del ambiente que se está analizando (la arenera) y el segundo depende de las zonas aledañas al sitio de estudio (sistemas de médanos fuera del área de explotación). La asociación entre ambos componentes y a su vez, la similitud que estos posean respecto con las características ambientales previas a la explotación son las que permitirán la recuperación del ambiente contribuyendo con la resiliencia del mismo y, por ende, con la tolerancia al disturbio.
Un trabajo previo demostró que, en un ambiente de playa, la actividad extractiva generaba una modificación en la granulometría del sedimento. En dicho trabajo determinaron un aumento del tam

 

año de grano asociado al efecto erosivo de la actividad minera sobre la costa. Además, la vegetación que se desarrolla sobre la arena puede alterar el transporte de sedimento, situación que podría modificar el perfil granulométrico de la duna.
El análisis granulométrico de las muestras de sedimento demuestra que el mismo se mantiene en condiciones similares a las preextractivas, pese a la extrema alteración de la geoformas. Además, valores de alrededor de 0,5 phi en el percentil 1, son esperables para sedimentos correspondientes a arenas eólicas. De este modo, se mantiene constante la energía del agente sedimentario. Por lo tanto, existe una buena probabilidad de que el ambiente pueda recuperarse considerando que la memoria ecosistémica interna, contenida en el sector de conservación y en los sectores donde la explotación ha cesado, se ha mantenido, al menos, en lo que respecta a las características sedimentológicas.
Existe un precedente de recuperación ambiental en el área donde se demuestra que la comunidad vegetal se encuentra en desarrollo estable, repoblando las áreas impactadas y generando una nueva cubierta de plantas. Al menos un 74% de las especies que conforman esta neo-comunidad serían nativas (Fernandez Montoni et al., 2013). Estos resultados indican una buena representación del legado biológico presente en este sitio previo a toda actividad humana. Por otra parte, se ha documentado la reaparición de ejemplares de Ctenomys talarum en la zona correspondiente a las pistas de laboreo así como en sectores que han sufrido intensa transformación a raíz de la actividad minera (Taverna et al., 2016, Taverna et al. 2017). Esta especie debido a su consideración como especie clave e ingeniero ecosistémico de

 

sarrolla junto con los artrópodos y otros organismos fosoriales un rol fundamental en el ciclado de nutrientes y replantación vegetal.
Si bien el panorama resulta prometedor, es necesario aclarar que el impacto antrópico también repercute sobre la memoria ecosistémica en ambos componentes. Por ejemplo, en los sitios explotados, la capacidad de drenado se ha visto modificada y, por ende, se han conformado humedales. A esto debe asociarse, a su vez, las actividades relacionadas con los movimientos trashumantes de hacienda vacuna. De esta manera, aun cuando es esperable que gran parte de la flora y fauna presente en el entorno, anterior a las actividades extractivas, se encuentre representada, también es factible que se incluyan nuevos integrantes al elenco faunístico y florístico como consecuencia de las modificaciones ocurridas en el área. Por ello es posible que se encuentren representadas en la nueva memoria interna, especies vegetales y animales asociadas a estos humedales y que no estaban representados previamente. Así, el resultado final podría culminar en una neoforma cuya memoria interna refleje tanto las comunidades presentes anteriormente sumado a las nuevas, originando así un sitio incluso mucho más rico en lo que refiere a diversidad de especies.

5. Conclusiones

El análisis textural del sedimento de las áreas impactadas se corresponde con lo esperado naturalmente para el área.
La consistencia en el análisis textural es un primer indicador de estabilidad ambiental.
Se observó la presencia de individuos de Ctenomys talarum en áreas que tuvieron intensa actividad como las pistas o las áreas explotadas.
Como primer elemento de la memoria ecosistémica, el mantenimiento de las características granulométricas, es un antecedente prometedor para el desarrollo de la recuperación ambiental y la posible resiliencia del ambiente.