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Seguridad Vial…una reflexión para esta noche!!

Por Claudio Andrés Verón. Estudioso en materia de Seguridad Vial. Tucumán, Argentina.
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EDITORIAL

NOTA DE OPINIÓN.
*Por Claudio Andrés Verón. Estudioso en materia de Seguridad Vial. Tucumán, Argentina.

En artículos anteriores habíamos hablado de temas vinculados con el uso del casco en motocicletas y los vacíos legales de nuestra legislación nacional respecto del tránsito, del transporte cañero en rutas tucumanas, de las responsabilidades en calles y caminos en Argentina. Hoy, sabiendo del esfuerzo que realizan algunos organismos del estado y otros no gubernamentales también, para intentar aportar algo más a la seguridad vial, nos encontramos con la necesidad de hablar acerca de nuestros comportamientos como usuarios de la vía pública desde un aspecto más profundo, aunque resumido.
Entre todos vamos a apoyarnos ante una reflexión que irá naciendo a medida que vamos haciendo lectura del presente texto, que no es otra cosa que un simple comentario extraído de un párrafo de una historia que se repite permanentemente y en dónde sólo cambian los protagonistas.
En mi labor como disertante de los cursos de Seguridad Vial en un Centro de Emisión de Licencias de Conducir y también como conductor de mi programa radial “A Rodar la Vida”, destinado a brindar información sobre el uso correcto de la vía pública y el cuidado de la vida y la salud en el entorno vial en el que nos movemos cotidianamente, entendí que una conducta desaprensiva en la vía pública puede dañar a una sociedad.
Un solo conductor con esta característica puede provocar efectos nocivos a toda una sociedad, primero por su accionar ante la vista de todos y luego por las consecuencias de su comportamiento que puede, por ejemplo, terminar en un choque e involucrar a terceros, entrando luego en escena las ambulancias con el servicio de emergencias, el combustible utilizado en estas ambulancias desde la salida del hospital hasta el lugar del hecho y después el retorno, los paramédicos, los instrumentos utilizados por ellos para intentar mantener con vida al o a los heridos, toda la atención hospitalaria, operaciones de emergencias, prótesis, rehabilitaciones, pensiones que de por vida se pagan a miles de personas que quedan con alguna discapacidad hasta a veces permanente, lo que deja de producir cada persona, como el lucro cesante por ejemplo, la intervención policial, pericial, los profesionales del derecho, los seguros, los familiares y allegados de las víctimas fatales o no, una familia que queda desamparada, los daños psicológicos, los niños que quedan desprotegidos por un suceso que a tan corta edad no entienden el porqué de lo acontecido, sin explicación, sin consuelo. En fin, toda una sociedad que interviene de alguna manera tras la producción de un evento que bien podría haber sido evitado.
Pero claro, hay lugares en donde la mayoría somos conductores desaprensivos, o si no les gusta el término, en definitiva nos comportamos como tal y somos más y cada vez más porque vamos contaminando al resto, a todo un ambiente y en el peor de los casos, al conjunto de niños y jóvenes, a nuestros hijos que imitan todo lo que hacemos los padres, como espejos en donde, esas conductas se ven reflejadas en lo que hoy se observa en la realidad. Sólo basta con salir y detenerse cinco minutos en cualquier lugar y allí vamos a vernos, porque somos nosotros, somos todos o al menos la mayoría.
El día que dejemos de pensar que solo “El otro es el que hace todo mal” ese día nos daremos cuenta de que una simple acción en beneficio de un ejemplo, puede aportar seguridad a nosotros mismos, a nuestros hijos y toda una sociedad para entender el verdadero valor de la vida generando la protección de nuestros hijos, de los adultos mayores, y de las personas que necesitan de otros medios para poder moverse por la vía pública como silla de ruedas, muletas y demás.
Hay tiempo para más. Esta noche en casa, antes de ir a dormir o a la hora de la cena, tratemos de recordar que hicimos en el tránsito en presencia de nuestros hijos: “sueltos dentro del habitáculo del vehículo, colgados y desprotegidos en la moto o tal vez hayamos cruzado con ellos en mitad de cuadra”. Seguro ellos aprendieron algo más, imitando lo que hicimos como un mal ejemplo. Preguntémonos: ¿Eso hicimos hoy? De acuerdo, mañana comencemos el día corrigiendo esos errores porque “una sola cosa que hoy se haga, será suficiente para ganar esa confianza de decir, esto es lo correcto y después será todo automático”. Vayan hoy con sus hijos y lleguen caminando hasta la esquina y muéstrenle que ese es el camino correcto. Pónganse el cinturón y hagan que su hijo se lo coloque también y cuéntenle sobre la importancia del uso del mismo. Deténganse hoy ante la presencia de un semáforo con luz roja y muéstrenle que ustedes también saben el significado de ese color (porque tus hijos lo saben).
Alguien me dijo hoy: ¿De qué sirve todo lo que usted dice si todo sigue igual? Yo sólo vine a cumplir con lo que me han encomendado y es mi deber informarles sobre estas cuestiones. Y algún día, un resultado positivo se podrá lograr porque todo lo que se hace mal o no se hace, para mí ya es pura excusa y cuando los hechos suceden, con lamentarnos no solucionaremos nada. Mi tranquilidad se genera cuando ya terminé de hablar, más allá de si escucharon o no.