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Sistemas de control de pesos y dimensiones

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EDITORIAL

* Por el Ing. Ricardo D. Villamonte

Resumen del trabajo Nro. 272 presentado en el XVI Congreso Argentino de Vialidad y Tránsito, juntamente con el IX Congreso Internacional de Sistemas Inteligentes de Transporte y que mereciera, por parte de éste, el 1er Premio (Compartido) y por parte del XVI Congreso una Mención Especial.

Argentina cambió en estos últimos años, aunque algunos problemas siguen siendo los mismos, pero peores. El aumento del Producto Bruto Interno (PBI), fundamentalmente del sector primario, y algunas políticas de privatización han llevado al transporte de cargas por carretera a un estadío tal que los Estados se ven desbordados por sus efectos colaterales.

 

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En 1993 se estimaba un tráfico de cargas de 230 millones de toneladas, en 2011 en más de 450.
Hasta hace unos pocos años se hablaba de los efectos del transporte terrestre de cargas y pasajeros solo en relación al daño de las carreteras; hoy los daños económicos, sumados a los lesionados y muertos por accidentes viales, han puesto el tema del transporte terrestre de cargas y pasajeros y sus costumbres operativas en discusión. Los Estados hacen esfuerzos más o menos elaborados, que consumen recursos que no siempre son compensados por sus resultados.
Aún existen actores en el mercado del transporte de cargas que niegan o minimizan los efectos de las sobrecargas y mala estiba en los accidentes viales, pero una mirada a México nos da una visión muy diferente: México legalizó las sobrecargas hace ya varios años, mediante la Norma Oficial Mexicana NOM-012-SCT-2-2008, vigente desde el 1 de junio de 2008, que permite cargas de hasta 80 toneladas en determinados vehículos, siendo bastante normal camiones que circulan con alrededor de 70 toneladas (¿Les suena familiar?). El presidente de la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga de México, Juan Carlos Muñoz Márquez, aseguró que del total de accidentes con participación de camiones, al menos el 80% se debe al exceso de cargas que permite la legislación (se estiman unos 5.000 casos por año), con un saldo de muertos y lesionados que causa alarma. Dijo además: “No hay conductor que tenga la capacidad ni pericia para manejar estas unidades ni esos sobrepesos, no hay frenos que puedan detener esos camiones en medio de una emergencia”.
Lo primero que debe aceptarse es que la puja entre los beneficios mayores que pretende conseguir el transportista, se contraponen a los mayores perjuicios que sufren los Estados por el deterioro de los caminos y los problemas de inseguridad vial. Debe entenderse que se trata de un inconveniente netamente económico y a mayor beneficio de los transportistas, mayor perjuicio para los estados. Se trata de una de una puja no menor.
Todos quieren hacer algo al respecto y las nuevas tecnologías parecen ser la panacea que les permitirá solucionar el problema de las sobrecargas y el mal estibaje. Se habla de puestos fijos, balanzas portátiles, Sistemas de Pesaje Dinámico (WIM), controles sorpresa, operativos intensivos, etc., y se generan expectativas desmedidas respecto del resultado de cada una de estas formas del control de cargas y dimensiones.
Hasta no hace mucho, el Control de Pesos no era considerado parte de las tecnologías ITS (Sistemas de Transporte Inteligentes), al menos en Argentina y en varios países de Sudamérica. La explicación: solo se pensaba en simples balanzas de uso comercial que pasaban a pesar vehículos en las carreteras para ver si estaban o no sobrecargados.
El salto cualitativo que significa considerarlas dentro de las tecnologías ITS, es de gran importancia y permite hablar ya no de balanzas, sino de Sistemas de Control de Pesos y Dimensiones.
A mi entender, las tecnologías ITS son parte de la solución, pero con ellas a veces ocurre lo mismo que con otras tecnologías nuevas: en ocasiones se utilizan discrecionalmente solo por las grandes promesas de eficiencia que éstas conllevan, pero, sin los adecuados conocimientos o experiencia, los resultados distan de ser satisfactorios.

 

A QUÉ SE ENFRENTAN LOS ESTADOS

Todo intento de regulación por parte del Estado choca con la resistencia inmediata e irracional de los afectados por tales regulaciones. El tiempo, la correcta difusión del sentido de tales regulaciones, la concientización y la aplicación de castigos acordes a la falta, llevan a la sociedad a un nivel de aceptación racional de tales regulaciones; todo esto obviamente en un contexto de políticas y estrategias bien instrumentadas.
Pero cuando la regulación afecta fuertes intereses económicos, ya no vale la simple apelación a la conciencia social, ni los castigos económicos, ni incluso los castigos penales. De no ser así, no habría evasión de impuestos, robos, tráfico de estupefacientes, ni tantas otras actividades ilegales.
Para peor, las sobrecargas y el mal estibaje de cargas también afectan la seguridad vial y la vida de las personas, y es difícil poner un freno efectivo a este mal endémico. Tampoco debemos pensar que este es un mal solo argentino; este es un flagelo mundial y la necesidad de ponerle límites es la misma en todo el mundo.
Es necesario insistir en el concepto ya expresado antes: la interacción e interdependencia que se da entre quienes deben regular la actividad del transporte de cargas y quienes ejercen tal actividad, es total. Toda acción del regulador afecta al transportista y viceversa. Ejemplo: cuando quien regula decide la multa para aplicar, este dato influye en la ecuación económica del transportista; y cuando el transportista decide que sobrecarga transportar, esto influye en el costo de mantenimiento de los caminos, afectando la economía del regulador.
Es imposible pensar en soluciones sin considerar que la optimización de las regulaciones que fijan los Estados, debe si o si contemplar la necesaria optimización del uso de los recursos por parte del transportista y si bien no es el objeto de este trabajo proponer soluciones de este tipo, quiero dejar bien claro que esta debe, a mi criterio, ser una de las ideas rectoras de cualquier propuesta de solución.
Las Tecnologías ITS son herramientas imprescindibles, pero una herramienta por sí misma no hace el trabajo si no se la maneja correctamente, si no se conoce su utilidad y no se tienen estrategias de uso. Tampoco una sola herramienta, aunque sea manejada por expertos, logra resultados satisfactorios. Ningún carpintero hace un buen mueble solo con una sierra.

CONOCER EL PROBLEMA

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Conocer las razones de estas malas prácticas, sus efectos sobre la sociedad (accidentes viales, lesionados y muertos) y sus efectos sobre los bienes públicos (destrucción de la infraestructura vial), es la forma de tomar dimensión del problema; luego, conociendo a la otra parte (los transportistas) podremos entender la complejidad y las razones de tantos operativos de magros resultados.
Conocer las razones: La sobrecarga debe ser físicamente posible. Para esto es necesario que la densidad aparente de la carga sea tal que a camión completo supere los límites legales.
La sobrecarga debe ser factible de transportar: caminos, tiempos de viaje y potencia del motor son variables que el transportista evalúa al momento de tomar su decisión. Además, debe generar un incentivo económico para el transportista; nadie sobrepasa los límites de peso para perder dinero u obtener el mismo beneficio.
Posibles efectos sobre la sociedad: Muertos y lesionados graves en accidentes viales en los que están involucrados camiones, y el cruzamiento de diferentes datos obtenidos de estadísticas públicas u otras fuentes nos dicen claramente que la sociedad sufre fuertemente los efectos de estas prácticas del transporte de cargas y pasajeros.
Posibles efectos sobre los bienes públicos: Esto es mucho más conocido y difundido y el deterioro sobre caminos, puentes y en general sobre toda la infraestructura vial e incluso bienes particulares, ya no tiene discusión.
Conocer al otro: La creatividad mostrada por quienes violan la legislación vigente en materia de transporte de cargas y pasajeros, es la necesaria para sortear los controles en sus formas actuales, y sin duda, cuanto más hagamos para limitar esta difundida costumbre, más creativos y/o agresivos serán.

DIFICULTADES DE LA LEGISLACIÓN ACTUAL

Quizás es uno de los problemas que a mi criterio más dificulta la implantación de controles de verdadera efectividad.
La forma convencional de tomar a las sobrecargas como un problema sólo de mantenimiento de rutas, es equivocada. Por caso todo lo relacionado a la seguridad vial o entes fiscalizadores como la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) o las Direcciones Provinciales de Renta, deberían ser consideradas.
En la penalización no se consideran criterios actuales como equiparar las cargas sobre los ejes a ejes equivalentes, y la distancia que ese vehículo lleva recorrido desde su origen.
La menor capacidad de daño de los ejes con suspensión neumática o de los conjuntos de ejes triples respecto de los dobles o simples, deberían ser tenidos en cuenta al fijar multas, resarcimientos e incluso peajes.
Las inevitables debilidades humanas al momento de controlar el cumplimiento de las reglamentaciones también deben ser consideradas al diseñar los sistemas de control.
La Agencia Nacional de Seguridad Vial, con el Observatorio de Seguridad Vial y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), realizaron una “Recopilación de normativa y legislación vial por jurisdicción provincial que permita la elaboración de un Digesto Normativo en temas viales”, tal el título del trabajo. 469 páginas que recopilan las Leyes viales en 22 provincias (no se incluyó a San Luís) y la CABA. Muchas adhieren a la ley 24.449, pero generalmente con modificaciones y excepciones o agregados y algunas acertadamente consideran problemáticas puntuales de su región.
Podemos concluir que si bien se dispone de numerosa normativa legal, su disparidad y falta de concordancia es un obstáculo importante al momento de diseñar políticas y de adquirir herramientas para enfrentar el problema de las sobrecargas y mala estiba.

LOGRAR EL ÉXITO SOSTENIDO

Sin duda son muchos los factores que hacen que el tema del exceso de peso no sea resuelto.
La aceptación casi resignada de la sociedad, respecto de la no responsabilidad de los gobiernos sobre la preservación de los bienes públicos, hace que la sociedad solo reclame cuando estos se destruyen, pidiendo su reparación, pero casi no hay reclamos respecto a la necesidad de su conservación en buen estado.
La no homologación de herramientas ITS para el control de sobrecargas y mala estiba, agrega incertidumbre al momento de adquirir tales herramientas. No existe un organismo nacional con total competencia para la homologación.
La difundida política de incentivos monetarios ligados a resultados cuantitativos de detección de infractores, hace de las sobrecargas, un problema crónico.
Considerar a las multas una forma de recaudación de impuestos para los Estados, es quizás la forma más peligrosa de encarar el tema. Las multas y cánones no son recaudación, son un castigo por la infracción cometida y resarcimiento por el daño hecho.
Y las absolutamente poco creíbles y escasas estadísticas conllevan a generar el no alcance real de la problemática.

PONER LÍMITES

Ninguna herramienta por si sola nos permitirá enfrentar una modalidad ilegal tan difundida. Nunca lograremos el control total, pero si podremos reducirlo a límites tolerables.
A mi criterio, las formas básicas de enfrentar el problema deben apoyarse en cuatro pilares, sin las cuales posiblemente no se logre un éxito sostenido:
* La Legal: marco normativo coherente en el orden nacional, que establezca los presupuestos mínimos que debe cumplir toda normativa provincial o municipal.
* La Institucional: las partes afectadas (Estados y transportistas) deben establecer acuerdos de cooperación.
* La Estadística: no existe solución razonable cuando se desconocen los alcances reales de un problema dado. Éstas deben ser centralizadas y públicas.
* La Tecnológica: Argentina puede y debe desarrollar tecnologías ITS para el Control de Cargas y Dimensiones, con apoyo del Estado. Además, pueden ser exportables.

LA GRAN BATALLA FINAL O GUERRA DE GUERRILAS

A veces leemos en las noticias locales o provinciales, elocuentes anuncios sobre la decisión de las autoridades competentes de dar la gran batalla contra un determinado flagelo, y en el tema que nos ocupa, pero, a mi criterio, no es la mejor forma de enfrentar el problema.
Las sobrecargas y el mal estibaje en los medios de transporte de cargas y pasajeros no están sostenidos por un único y gran grupo empresario, sino por incontables grupos o individuos que van cada uno definiendo y modificando sus estrategias para poder seguir haciendo lo que hacen, en la forma en que lo hacen.
No existe la gran batalla, solo existe la certeza de que será necesario luchar en forma permanente, oponiendo a cada nueva forma de actuar de quienes transportan cargas o pasajeros, una nueva estrategia con las herramientas adecuadas e incluso, que será necesario tener una gran creatividad para adelantarse a las nuevas formas de eludir los controles y las penalidades.
Es necesario aceptar que este problema nunca desaparecerá. Solo se lo puede tener bajo control mediante una estrategia de guerra de guerrillas, aunque suene poco apropiado para un Estado.