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ANÁLISIS DE LA SINIESTRALIDAD VIAL ARGENTINA

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EDITORIAL

* Por el Dr. Eduardo Bertotti, director del Instituto de Seguridad y Educación Vial.

El presente trabajo tiene por finalidad observar y presentar la evolución de la “enfermedad social” de los siniestros viales (graves) en la población argentina comparando los resultados “sintomáticos” del 2013 con los del 2012. Asimismo, presentamos algunas variables respecto a caracterizaciones de la siniestralidad a nivel nacional.

De los tres índices tradicionales y genéricos de siniestralidad (cantidad de hechos graves que posea por lo menos un lesionado grado 3-fractura como mínimo-), mortalidad (cantidad de decesos inmediatos y corregido coeficiente a 30 días) y morbilidad (cantidad de lesionados graves grado 3) sólo el de mortalidad presenta disminución en sus valores comparados.
Comparados ambos períodos anuales el índice de siniestralidad vial aumentó un 11.2%. En tanto que los decesos a consecuencia de los siniestros viales disminuyeron un 2.7% y los lesionados graves aumentaron un 7.7%.
Lamentablemente no se ha corregido el proceso que denunciáramos a fines del 2012 de lentificación en los resultados del accionar público. En materia de siniestralidad y morbilidad se ha revertido el proceso de disminución de los últimos años y en el caso de la mortalidad dicho proceso se redujo notablemente representando en el 2013 menos de una décima parte del éxito obtenido en 2011.

 

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS ETIOLÓGICAS
Comparando ambos años, de las 60 variables y sus combinaciones del Observatorio privado del Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV), presentamos las siguientes, por considerarlas, en un primer examen, las más destacables, para orientar políticas públicas y privadas en el accionar respecto a la Seguridad Vial.
Casi 7 de cada 10 muertos en siniestros viales son en Zona Rural. El 67.9% (2012: 65.8%) del total de los decesos en siniestros viales graves se producen en las rutas y vías rurales del país.
En tanto, continúa elevada la participación de motos y ciclomotores en la tipología vehicular. Desde el 2005 (cuya participación alcanzaba el 10%) este tipo de vehículo no ha parado de aumentar su participación en los siniestros viales graves, hasta triplicarlo, y el año pasado alcanzó el 31.2%
Algo que hay que destacar es que disminuyó más de seis puntos la participación de menores de 30 años como conductores protagonistas de siniestros graves. En 2013 representaron el 43.6% (en 2012 alcanzó el 49.8%).
Esto también se verifica en la mortalidad con el 46.3%. En 2012 el 52.5% del total de los fallecidos tenían menos de 30 años.
En cuanto a la franja horaria, uno de cada tres siniestros en el 2013 se verificaron en la franja horaria de 06:01 a 12:00 hs. (34%)

 

CONCLUSIÓN
En términos generales los datos resultantes de los índices tradicionales (siniestralidad, mortalidad y morbilidad) no resultan muy alentadores. Luego de tres años con mejoras substanciales, nos encontramos frente a resultados que demuestran aumentos en dos de tales índices (siniestralidad y morbilidad) y una muy leve disminución en el tercero (mortalidad).
Lamentablemente ya habíamos advertido de esta posibilidad a partir de una lentificación del proceso en el último trimestre del 2012.
Sigue siendo esencial el obtener el compromiso de todos los sectores políticos partidarios, las administraciones comunales, municipales y provinciales, el sector privado y los integrantes de la sociedad para lograr mayores beneficios. La implementación de la nueva norma ISO 39.001 de Seguridad Vial es un excelente camino para ello.
También resulta esencial el observar los datos y características etiológicas para ajustar programas y acciones al efecto de su eficiencia y evitar dispendios económicos en aquellas que demuestran su fracaso. Ya hemos destacado que el Estado Nacional posee una herramienta muy poderosa en el Observatorio de Seguridad Vial dependiente de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), en cuyos diagnósticos podría apoyarse la elaboración de políticas activas específicas que “ataquen” los problemas más evidentes.
Sigue vigente (y hoy es urgente a nuestro criterio) la necesidad de políticas activas en lo político institucional, generando la creación de agencias por jurisdicción (provinciales y municipales) y transparentar, en un renglón ordinario del Presupuesto Nacional, “la preocupación” por la Salud Vial. Conocemos medianamente en forma pública cuanto le cuestan los siniestros viales (en el 2013 dichos costos aumentaron un 18.58%, alcanzando poco más de 5.500 millones de dólares) pero no sabemos cuánto ni cómo se invierte para evitarlos, más allá del fondo especial del 1% de las pólizas.