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Asociación de Consorcios Camineros de la Provincia de Córdoba: Más allá de los caminos rurales

Por Antonio Picca, Presidente de la Asociación de Consorcios Camineros de la Provincia de Córdoba.
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EDITORIAL

*Por Antonio Picca, Presidente de la Asociación de Consorcios Camineros de la Provincia de Córdoba.


La provincia de Córdoba cuenta con un sistema asociativo público-privado para el mantenimiento y mejoramiento de los caminos rurales. Se trata del sistema de consorcios camineros, entidades sin fines de lucro cuya función es la de conservar los caminos de la zona, determinada previamente por la Dirección Provincial de Vialidad (DPV). Los consorcios se rigen por la Ley Nº 6233 y es la DPV el organismo público encargado de controlar su funcionamiento.

El sistema consorcista cordobés está integrado por alrededor de 3000 productores agropecuarios que realizan su trabajo ad-honorem. La vocación de servicio y la responsabilidad social son el motor de esta participación. Esta organización propicia el arraigo local. Los consorcistas son los propios vecinos y esto genera representatividad en el territorio.

Existen 289 consorcios camineros en toda la provincia de Córdoba, agrupados en 19 consorcios regionales, que tienen a su cargo el mantenimiento de más de 58.000 kilómetros de caminos pertenecientes a la red terciaria y secundaria y primaria sin pavimentar y obras de mejoramiento.

Estos consorcios camineros y consorcios regionales se encuentran representados ante el Gobierno por la Asociación de Consorcios Camineros de la Provincia de Córdoba (ACCPC), la cual interactúa para el buen funcionamiento del sistema. Existe también una Mutual de los Consorcios que comercializa, a precio diferencial y con amplia financiación, los insumos y productos que los consorcios necesitan.

Todas estas instituciones, en conjunto, emplean directa e indirectamente a más de 800 personas aproximadamente y el trabajo que realizan genera una verdadera movilidad en las economías regionales.

Este sistema funciona gracias al espíritu solidario de las personas que participan y componen cada institución. El trabajo realizado en la conservación de caminos permite el traslado, desde su origen, de la producción agropecuaria y agroalimentaria. Asimismo, la transitabilidad de caminos ha aportado al desarrollo de muchos pueblos del interior, vinculando aspectos socio-culturales como la educación, la salud, el turismo y el deporte, entre otros.

LA VISIÓN DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL DESDE LOS CAMINOS RURALES
Con presencia territorial en toda la provincia de Córdoba y con un trabajo diario que implica el mantenimiento de los caminos rurales, los consorcios camineros aportan al desarrollo social, productivo y económico de la provincia, con una mirada integral que excede a los caminos.

El sistema consorcista se ha caracterizado por ver más allá de los caminos y pensar el trabajo en relación al ordenamiento territorial de una cuenca. El camino es, por lo general, el último eslabón de una cadena que sufre las consecuencias de lo que ocurre en otras partes del territorio.
Considerando esta idea es que hace unos años, desde la Asociación de Consorcios Camineros de la Provincia de Córdoba (ACCPC) se comenzó a pensar el trabajo vinculado de los consorcios camineros, consorcios canaleros y consorcios de conservación de suelo, cada uno con su identidad propia, pero reunidos para articular acciones que redunden en generar el ordenamiento territorial de la cuenca.

Todas estas entidades consorcistas trabajan con objetivos compartidos y con una participación común, la de los productores agropecuarios. Mejorar las condiciones de productividad, de comunicación y de infraestructura de cada región es una visión compartida.

Los especialistas indican que la cuenca es una porción de territorio definida por tres elementos básicos: un punto de cierre, que puede ser un cruce de agua en un camino, una zona inundada, una cárcava activa, una población, etc; una red de vías de desagüe que confluyen a ese punto de interés; y unos límites físicos dados por las lomas que dividen a esa cuenca de otra vecina.

Son 36 las cuencas hidrográficas definidas en la provincia de Córdoba. La cuenca funciona como un territorio integrado y quienes forman parte de esa cuenca deben trabajar de manera conjunta, con proyectos y planes comunes (y también individuales, dentro de cada establecimiento rural).

Ampliar el concepto de territorio y pensar en la cuenca como espacio de intervención implica que los trabajos que se realicen van a tener un impacto perdurable en el tiempo, tanto en los caminos como en los propios campos. (FOTO 3)

Para afianzar la idea de trabajo conjunto, desde la Asociación se han promovido reuniones con las entidades del agro para consensuar las acciones que se suceden en el territorio, ya que los productores agropecuarios son los actores principales en esta historia. Hay que entender que el campo no termina en el alambrado o en la tranquera, que es parte de un espacio más grande y que lo que ocurre en ese espacio puede tener consecuencias para el campo.

El consorcio integrado de cuencas es, entonces, el cúmulo de esfuerzos de los consorcios con base territorial. En esta pirámide, los productores son la base, y allí mismo están los consorcios camineros, trabajando diariamente en los caminos rurales, en los trayectos que pasan por todos los campos de la provincia.

En este sentido, la provincia de Córdoba es pionera en el trabajo integrado. Como ya se ha mencionado, la provincia cuenta con 289 consorcios camineros con más de 65 años de trayectoria y experiencia; 36 consorcios de conservación de suelos, el primero de ellos conformado hace más 20 años; y 28 consorcios canaleros, con más de 10 años de recorrido. En cada uno de estos espacios se da una articulación público-privada.

El pasado 7 de julio, en la ciudad de Oncativo de la provincia de Córdoba, se realizó la presentación y puesta en marcha del Consorcio de Gestión Integrada de Cuencas Hídricas “Río Segundo” (Cuenca Nº 34 del mapa) que comprende 1.680.000 hectáreas con una diferencia de 2.000 metros de altura desde la serranía de Achala hasta la Mar Chiquita. Está integrado por 6 consorcios de conservación de suelos, 9 consorcios canaleros y 7 consorcios regionales (5, 6, 7, 8, 9, 10 y 13).

El ordenamiento territorial requiere de acciones conjuntas para controlar la problemática de la erosión hídrica y uno de los aspectos a considerar es que cada cuenca debe controlar y hacerse cargo de su propia agua.

Estas acciones se contemplan en un plan que tiene como unidad mínima al campo y debe ser consensuado por todos los actores que integran el territorio.

Ordenar el territorio permite un desarrollo sustentable. El objetivo último tiene que ver con proteger los centros urbanos; cuidar los caminos para que se puedan transitar; y potenciar la producción de los campos cuidando el recurso suelo.

Córdoba viene desarrollando diferentes instrumentos de políticas públicas, por ejemplo, a través de la implementación de buenas prácticas agropecuarias (BPAs), planes agroforestales, programas de conservación de suelos, consorcios integrados de cuencas, entre otros. Estas políticas promueven el acompañamiento de los productores agropecuarios a todas estas acciones generadas para cuidar los recursos y el ambiente, mejorando las condiciones de producción.

DE LA CUENCA A LOS CAMINOS, PASANDO POR EL CAMPO

Un estudio realizado por Servicio de Conservación y Ordenamiento de Tierras de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de Río Cuarto indica que el agua que circula por los caminos proviene de los escurrimientos que se generan en los campos que conforman la cuenca, ya que la capacidad de aporte de agua de un camino es mínima en tanto ocupan un área insignificante de la cuenca (del orden de 0,2 %). Un principio básico de ordenamiento de la red vial consiste en reducir al mínimo los escurrimientos que se generan en los campos, de allí la importancia de la conservación de los suelos para el buen estado y mantenimiento de los caminos.

Los procesos de erosión tienen externalidades negativas no solo en la infraestructura vial o en poblaciones y ciudades que son susceptibles a las inundaciones, sino en los propios campos ya que se pierde la capacidad productiva de los suelos. La erosión se lleva lo mejor del suelo, las capas superficiales.

Un concepto básico de la conservación de suelos es que el agua quede donde cae. Los escurrimientos dejan lotes y caminos erosionados, cortados y sedimentados, principios de barrancas o cárcavas hacia el interior de los campos por donde escurrió el agua al camino.
Los consorcios camineros de Córdoba están muy bien equipados para garantizar la transitabilidad. Pero es imposible que puedan manejar los aportes provenientes de los campos que son los que producen las mayores roturas, ya que el camino deja de funcionar como tal para funcionar como un canal temporario.

En este contexto, el consorcio, en lugar de ser el encargado de mantener la transitabilidad de los caminos, pasa a ser un reparador permanente de daños que no puede controlar en su origen, desbordando su capacidad operativa, con costos y conflictos con los productores cada vez mayores.

Las técnicas de conservación de suelos en los campos son promovidas por el sistema de consorcios camineros ya que esas prácticas conservacionistas revierten problemas de erosión hídrica y destrucción de caminos.

Desde hace unos años la conservación de suelos es un tema que está en agenda. Son muchos actores los que están poniendo foco en esta cuestión. El Ministerio de Agricultura de Córdoba incluyó a la conservación de suelos en las BPAs, estimulando la rotación de gramíneas y cultivos de servicios, análisis de suelo, fertilización, control de pendiente como terrazas o curvas de nivel.
La infraestructura vial rural es estratégica para el desarrollo y crecimiento del campo. Por ello es fundamental sostener y reforzar el sistema de consorcios camineros de la provincia de Córdoba, que en sus 65 años de existencia y con muchos vaivenes en términos presupuestarios, siempre ha garantizado el tránsito por los más de 58.000 kilómetros de caminos de tierra a su cargo.
Este sistema, conformado por los propios productores, no responde a políticas partidarias, credos o ninguna etiqueta más allá de la vocación por mejorar los caminos rurales, adoptando nuevas tecnologías y avanzando en la capacidad organizativa y de gestión.
Conservar y mejorar los caminos es tarea de los consorcios camineros, pero la responsabilidad es de todos.