*El Lic. Lauro Paulette, Especialista en Sistemas de Gestión de la Seguridad Vial Norma UNIT ISO 39001. Consultor en temas de seguridad y Educación Vial. 2018.
Este siniestro constituye esos hechos que calan profundamente porque podía haberse efectuado acciones para minimizar las consecuencias del mismo.
Un despiste es un acontecimiento frecuente en las situaciones que conllevan siniestros en ruta. Pero este evento no tiene porque terminar siempre con consecuencias graves y de hecho, cuando estas consecuencias son ocasionadas por los elementos que debieran salvar vidas o minimizar el impacto de los mal llamados accidentes.
Los registros fotográficos aportados por Montevideo Portal son elocuentes, estremecedores, tristes; pero sobre todo, para quienes trabajamos en seguridad vial son moralmente inaceptables. ¿Por qué? Pues porque el impacto que realiza el conductor contra el guardarail en lugar de minimizar el golpe y no enviarlo a una zona de mayor riesgo, termina empalando horizontalmente el vehículo y lo acuchilla desde el extremo saliendo por la luneta trasera, cizallando seguramente con graves lesiones a su conductor, en este caso único ocupante del vehículo.
Si el guardrail hubiera estado instalado previendo el error humano, seguramente esto no sería el corolario del suceso.
Los guardrails son un invento de la ingeniería de tránsito del siglo pasado. Su fundamento se basa en el simple hecho que ante un objeto que se desvía de su trayectoria, el contenerlo de manera controlada puede minimizar las consecuencias del impacto y de la trayectoria. En suma, una resultante final de mejor tenor que el caso de no existir nada que colabore con un vehículo sin control que se sale de la vía.
Los guardrails son planchas aceradas estampadas con una particular forma de W que permiten la amortiguación del impacto cuando un vehículo se choca contra ellas. Actúa como una especie de “banda deformable” que contiene y corrige la trayectoria del vehículo impidiendo que salte de la vía a una zona con riesgos mayores y en esa colisión a su vez, se minimiza la energía que trae el vehículo al chocar (cinética) como resultado de pegar contra algo que acompaña el golpe y se deforma con él, absorbiendo el mismo en gran medida.
Prontamente se fue advirtiendo que este dispositivo para salvar vidas tenía un talón de Aquiles: el extremo o la punta. El lugar donde comienza el guardrail.
La experiencia ya de varias décadas demostró que los guardrails deberían ser cuidadosamente colocados, pero más importante era como se instalaba el inicio del mismo, ya que se habían generado múltiples incidentes donde el vehículo al despistar coincidía con el punto donde comenzaba la cinta de metal y esto era laudatorio del final del evento.
Si el guardrail no poseía una punta que contemplara el desvío para tales situaciones, la situación resultante era el empotramiento del elemento dentro del vehículo, dejando clara muestra que la solución era peor que el evento.
Es así que, desde hace muchos años, se han estudiado diferentes soluciones a este punto de comienzo del guardrail. Algunas costosas, otras menos y algunas más ingeniosas pero eficientes igualmente. El objetivo es que no pueden quedar cantos o bordes vivos de frente a la colisión ya que el elemento se transforma en una cuchilla.
Se pretende evitar esto que documenta la nota que dio inicio a nuestro enfoque:
Veamos algunas soluciones posibles:
1-PUNTO INICIO CON PUNTERA ROMA Y TRAYECTORIA CURVA
Este diseño evita el empotramiento en un porcentaje muy alto, cercano al máximo.
2-PUNTO INICIO CON DEFORMACIÓN PROGRAMADA
El impacto contra la punta del guardarail es absorbido secuencialmente por la deformación de las barras dentro del mismo “en acordeón” y el diseño romo de la punta logra minimizar cualquier situación de empotramiento. Es un mecanismo más costoso que el anterior y de alta efectividad.
3-PUNTO INICIO CON ENTERRAMIENTO
Este mecanismo es el más simple, barato y sin excusas para la instalación de un guardrail que logre evitar el empotramiento del mismo en el vehículo.
Es lo que se denomina “ingeniería de bajo costo” y que puede salvar vidas.
Resumiendo. La mayor parte de los siniestros de tránsito ocurren por causa del error humano. Esto está demostrado y supera el 80%. Pero, no alcanza con considerarlo sin más. Es moralmente obligatorio considerar el error humano como una variable a tener en cuenta.
Desde hace varias décadas existe un concepto que bajo el lema “vías de tránsito perdonadoras” engloba todos los esfuerzos que podemos hacer para que ese error que seguramente alguien va a cometer no sea la excusa para no hacer nada, o lo que es peor, hacer la “vista gorda”. Es menester pensar que el error se va a cometer y que ese error debe ser “perdonado” con medidas de mitigación.
De eso se trata esta historia. De pensar cómo podemos mejorar actuales situaciones que tenemos en el país con acciones pequeñas, que sin dudas ahorrarán muchos otros problemas.
Gestión con responsabilidad
Apenas unos días atrás finalizamos el V Congreso de Caminos Rurales, en la ciudad de Paraná, un interesante programa por dos días exponiendo todas las alternativas de gestión, soluciones concretas