El presente artículo presenta a la parte 1 del Capítulo N°7 del trabajo realizado por el Centro Argentino de Ingenierios (CAI) y la Academia Nacional de Ingeniería. En cada edición se hará entrega de un nuevo capítulo hasta completar el informe.
Uso y consumo de agua
Introducción
El agua es un elemento clave en el diseño, desarrollo y operación de un proyecto minero, y una necesidad imperiosa en los procesos de extracción del mineral y concentración metalúrgica. También es fundamental tanto en procesos de flotación como en refrigeración. Su control resulta clave en la construcción de galerías y túneles pues, de lo contrario, se corre el riesgo de generar complicaciones a nivel técnico. En Argentina, gran parte de la actividad minera se concentra en la región Andina, particularmente en las zonas áridas. El agua consumida en los procesos en esos lugares puede impactar en dichos entornos, tanto en cantidad, a través de la sobreexplotación de los recursos hídricos convencionales disponibles, como en calidad, a través de la generación de efluentes residuales que pueden impactar en el medio.
Por ello, la minería debe optar desde el diseño básico del proyecto minero, por las mejores soluciones de tratamiento que permitan recuperar la mayor cantidad posible de agua (reduciendo la dependencia de fuentes hídricas externas) y minimizar y adecuar la calidad de los vertidos a las buenas prácticas y normas ambientales.
La operación responsable de proyectos mineros debe proteger los recursos hídricos a través del uso eficiente del agua , a fin de que las extracciones totales mantengan los flujos ambientales en arroyos, manantiales y otras aguas superficiales, y que se minimice el abatimiento de las aguas subterráneas, sin dejar de lado que el agua influenciada por las minas y su descarga se efectúe de tal manera que minimice los perjuicios a los usuarios de agua circundantes y aguas abajo, y los recursos ambientales. En algunos casos debe proporcionar un suministro de agua de una fuente alternativa adecuada a las poblaciones o producciones potencialmente afectables.
Las empresas mineras deben participar en acciones colectivas para abordar los desafíos y oportunidades comunes en materia de agua entre las diversas partes interesadas, y deben adoptar enfoques que produzcan resultados positivos de gobernanza del agua a nivel local y regional.
Estas identificaciones proactivas y colaborativas de posibles problemas de calidad y cantidad del agua,y el desarrollo de estrategias de gestión adecuadas adaptadas a lo largo del ciclo de vida de una mina, ayudan a prevenir o minimizar la contaminación de las aguas superficiales y las aguas subterráneas y los impactos en la cantidad de agua disponible para otros usos aguas abajo.
Uso del agua
Usos operativos:
Operaciones mineras: extracción del mineral bruto a través de técnicas mineras superficiales o subterráneas. En estas operaciones, el agua se utiliza para la represión del polvo, y limpieza de equipos.
Fases de procesado: tratamiento del mineral bruto para recuperar minerales o metales de valor. En las fases de procesado el agua se utiliza para mezclar con el mineral bruto con el objetivo de humedecer y permitir separaciones físicas tales como el lavado, separaciones por espesado y flotación, utilizados en combinación con químicos para lixiviar los minerales.
Transporte y manejo del mineral bruto y productos: desaguado, almacenamiento y transporte del mineral o metales brutos y productos a la mina y al mercado. El agua se utiliza aquí para bombear corrientes residuales mineras (relaves) a sitios que se puedan descargar, o productos (por ej. concentrados mineros) a medios de transporte.
Usos no operativos
El agua en exceso no operativa (agua de mina) incluye toda el agua recolectada en las minas superficiales o subterráneas producto de la infiltración de aguas subterráneas o el influjo de aguas superficiales o la precipitación, y que no resulta necesaria para la extracción o elaboración del mineral.
Mientras que la mina siga operativa, se debe bombear el exceso de agua para mantener la mina seca y permitir el acceso al cuerpo mineral.
El agua en exceso se puede utilizar en el beneficiado o para el control de polvo, bombeado a los desechos o estanques de agua minera, o descargada a las aguas superficiales (siempre que cumpla con las normas de descarga).
Las minas son a menudo un usuario importante de agua en donde están localizadas, aunque muchas veces no influyan sobre una región muy extensa. Los impactos del agua utilizada por un proyecto minero son muy específicos de la ubicación, dependiendo del clima local, así como de la competencia por los recursos hídricos.
En las regiones áridas, la escasez de agua puede ser una preocupación crítica, mientras que en las regiones de lluvias elevadas o en las zonas donde el nivel freático está por encima del nivel de la mina, los desafíos surgen de la necesidad de desviar las aguas para desarrollar una mina.
Concepto de uso y consumo de agua en las operaciones mineras
Se denomina “uso de agua” a la extracción de una cantidad de agua de su fuente de provisión o cauce de circulación. Se denomina “consumo de agua” (también denominado uso consuntivo o extractivo), cuando la operación aparta el recurso hídrico de su fuente y no la retorna en un tiempo relativamente corto a la fuente, o la aparta totalmente de ella (ej.: evapotranspiración de las plantas).
En términos de consumo y, ordenado de mayor a menor por su impacto cuantitativo sobre el ambiente y según el tipo de usuario, resulta el siguiente ranking:
- Agrícola
- Doméstico
- Industrial y energético
La ubicación del uso industrial en el ranking de consumo de agua se explica por el bajo consumo real (alta tasa de devolución) que hace la industria con el recurso. Las operaciones mineras se integran dentro del consumo industrial.
Comparativamente, se tienen estos consumos globales para otros usos en la Argentina:
• Agrícola: (70%) El consumo para riego es tan grande debido a que la técnica mayormente utilizada es normalmente el riego por inundación.
• Ganadero: (10%)
• Consumo humano directo (13%).
• Uso Industrial: (7%).
En Argentina, la actividad minera usa menos del 1% del consumo total y está englobado dentro del consumo industrial y energético, del orden de 7 %.
Según proyecciones realizadas por Naciones Unidas esta tendencia global se mantendrá aún hasta el año 2040.
Fuentes de provisión de agua en áreas mineras
Disponibilidad general de agua en la argentina:
Globalmente, la Argentina dispone de una oferta hídrica media anual por habitante sumamente importante, superior a los 22.500 m³ /hab, No obstante, la distribución de la oferta es muy irregular, por lo que en varias provincias de la región árida la disponibilidad de agua se ubica bien por debajo del umbral de stress hídrico propuesto por el PNUD. El Sistema de la Cuenca del Plata, por ejemplo, concentra más del 85 % del derrame total medido.
La variedad de climas que resultan de la gran extensión y ubicación del territorio, la diversidad de relieves y las consecuentes variaciones de humedad y temperatura determinan regímenes hídricos muy variados. Dos tercios de la superficie del país se encuentran bajo condiciones climáticas áridas o semiáridas. A la variación estacional muy pronunciada se suma una alta variabilidad interanual, en muchos casos incrementada por los fenómenos climáticos globales como el de la Corriente del Niño, que provocan problemas de sequías e inundaciones según las regiones.
El riego demanda un 70,5% del total, seguido por el abastecimiento de agua potable (13%), el abrevado de ganado (9%) y el uso industrial (7,5%). La superficie con infraestructura de riego disponible cubre 1,75 millones de ha. Aunque el área bajo riego representa solamente 5% del área agrícola del país (30 millones de ha), su participación en el valor de la producción sectorial ha oscilado entre 25% y 38%. El sector de riego argentino está experimentando una profunda crisis estructural y un 30% del total del área bajo riego se considera que está afectada en distintos grados de intensidad, por problemas de drenaje y/o salinidad. La eficiencia de uso del agua en general se encuentra en niveles muy bajos: la media es inferior a 40%.
En la Argentina, a pesar de la importante oferta global de agua que exhibe, se presentan grandes desbalances entre demanda potenciales y disponibilidad en amplias regiones del país. En la región árida y semiárida, donde se desarrolla o es potencialmente desarrollable la minería metalífera, el déficit hídrico por escasez y variabilidad estacional de la oferta, limita las posibilidades productivas que los suelos y condiciones climáticas hacen favorables al desarrollo de productos agrícolas de alto valor relativo.
En la región húmeda y subhúmeda, donde la oferta de agua y climática permite desarrollar cultivos de secano o con riego complementario, la degradación de la calidad de las aguas establece limitaciones cada vez más severas a la disponibilidad del recurso. En esta región se ubican los asentamientos humanos más importantes en coincidencia con áreas de fuerte desarrollo industrial. La Argentina ha soportado periódicamente fenómenos extremos de crecidas y de sequías en distintas regiones del país. Estos fenómenos se han visto intensificados y con ocurrencia más frecuente en las últimas décadas
Hidrología e hidrogeología en argentina
Alrededor del 75% del territorio argentino es árido o semiárido, o sea, presenta déficit en el balance hídrico. A esto se agrega el hecho de que sólo dos regiones tienen abundante agua superficial apta para consumo (Mesopotamia y Cordillera Patagónica). Es por ello por lo que el agua subterránea juega un rol importantísimo en la provisión para consumo humano y riego. En nuestro país, aproximadamente un 50% del abastecimiento para consumo humano es de origen subterráneo.
Aguas superficiales
Las aguas que escurren por la superficie terrestre son esenciales para la existencia de vida a pesar de que representan una ínfima parte del total de agua que hay en el planeta. Su importancia reside en la proporción de sales que llevan disueltas, muy pequeña en comparación con las aguas marinas y de ahí su denominación: agua dulce. Su origen se debe a las lluvias, la fusión nival y de hielos continentales o de los acuíferos subterráneos que alimentan las vertientes/manantiales. Por la fuerza de la gravedad las escorrentías colectadas por los ríos y arroyos labran redes de drenaje, comúnmente de estructura dendrítica, transportando las aguas hasta desembocar en el mar o en áreas sin salida dando lugar en este caso a cuencas endorreicas.
Cada cuenca conforma un enorme sistema de transporte de sedimentos y nutrientes en el que la capacidad de arrastre es función del caudal y de la pendiente mientras que el tipo de cauce que forma varía con el tamaño del sedimento y de lo erosionable que sea el sustrato. En cada región la variable más explicativa del módulo de un río (caudal medio anual) es el área de drenaje, que va aumentando a medida que se desplaza hacia aguas abajo.
Por esa razón, en zonas de montaña donde se desarrollan las principales actividades mineras metalúrgicas de la Argentina -que se corresponden con las cabeceras de la cuenca con áreas pequeñas y pendientes elevadas- los caudales suelen ser bajos y las velocidades altas. En el Mapa 1 esto corresponde esencialmente a las cuencas de la Puna (1), precordillera-cordillera frontal-cordillera principal y sus valles (9), cordillera norpatagónica (porción Norte de 12).
También en esas áreas ocurren fenómenos aluvionales por lluvias torrenciales con movimiento de grandes masas de material sólido (región de la precordillera en el noroeste, bardas en la región del Comahue), por fusión rápida de las nieves en el piedemonte andino, o por fuertes tormentas en zonas urbanas
Hacia la desembocadura en las regiones planas, la pendiente del cauce disminuye con lo que se reduce la velocidad y la capacidad de acarreo de sedimentos. Los ríos pasan entonces a tener lechos arenosos o limosos y normalmente generan cauces con meandros que escurren en medio de una amplia llanura de inundación pudiendo general humedales.
Aguas subterráneas
Los acuíferos son una parte principal del ciclo hidrológico. Se generan a partir del agua que precipita sobre la superficie terrestre en forma de lluvia o nieve y que, al infiltrarse en la tierra, crea reservorios en el subsuelo que han sido aprovechados por el hombre para diferentes usos desde tiempos muy antiguos.
Dada su visibilidad, las aguas superficiales son un recurso tangible para la mayoría de la población. Para su captación y uso los países han asignado importantes inversiones en presas de derivación y embalse, acueductos, obras de protección y canales de riego, todas obras visibles, por lo que induce a pensar que las aguas superficiales son la fuente más importante para cubrir las necesidades de agua de la humanidad. Sin embargo, los ríos y lagos constituyen menos del 3% del agua dulce de nuestro planeta mientras que el 97% restante (unos 1230 km3 de agua) se encuentran en el subsuelo. (No se tienen en cuenta aquí las reservas de agua en glaciares y casquetes polares).
En Argentina se hace un uso importante de las aguas subterráneas ya que un 30% del agua promedio extraída en el ámbito nacional para los distintos usos es de origen subterráneo. En el caso del riego en las regiones áridas y semiáridas, las reservas de agua subterránea cumplen un rol esencial al asegurar una regulación plurianual de los recursos. Contrasta con esa importancia, la insuficiencia del conocimiento general de los aspectos geomorfológicos e hidrológicos de las principales regiones hidrogeológicas. En los últimos años, sin embargo, se advierte la tendencia a una mayor utilización, derivado por una parte de los problemas de disponibilidad y calidad que se están registrando en las fuentes superficiales, y por otra, de una mayor actividad en los procesos industriales en áreas con insuficientes fuentes superficiales, como los de la actividad petrolífera y minera. Entre ellas se pueden mencionar los valles intermontanos de la Puna, oeste de Catamarca y La Rioja, zona central de San Juan y Mendoza.
En la Argentina los acuíferos de mayor magnitud son:
• El Acuífero Guaraní (AG), que constituye uno de los reservorios subterráneos de agua dulce más importantes del mundo, con una reserva estimada entre 40.000 y 50.000 km³, volumen suficiente para abastecer a la población mundial actual (7.700 millones) durante unos 150 años, a una tasa de 100 litros/día por habitante. Se desarrolla en el ámbito de la cuenca del Río Paraná en alrededor de 1.190.000 km² y es compartido en orden de extensión territorial por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. En Argentina, el uso está restringido a 7 perforaciones de 1.000 a 1.300 m, situadas en Entre Ríos, que se emplean para baños termales y otras más someras, de menos de 200 m, en áreas donde el acuífero aflora o se ubica a poca profundidad (Misiones y Corrientes), que se utilizan para el abastecimiento humano y el riego. No hay explotaciones mineras de importancia en su cuenca.
• El Sistema Acuífero Toba (SAT) abarca en la República Argentina una superficie aproximada de 210.000 km², correspondiendo a un 7,7% de la superficie continental del territorio nacional. Incluye a las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Formosa, Chaco y Santiago del Estero. No se conoce el número total de pozos perforados en el Sistema Acuífero Toba, sin embargo, a continuación, se expresan algunas cifras orientativas. En el Chaco Boreal Salteño se han censado 447 pozos, pero en la región el número se estima que debe superar los 500. En el Chaco Austral Salteño se estima que existen otras 750 perforaciones y en la región de Termas de Río Hondo se han perforado aproximadamente 4.000 pozos. No hay explotaciones mineras de importancia en su cuenca
• El Sistema Acuífero Yrenda (SAY) es un sistema hidrogeológico regional que abarca cerca de dos tercios de la Región Occidental del Paraguay y parte del Chaco argentino y boliviano. Este acuífero incluye al Acuífero Toba mencionado más arriba, y está formado por sedimentos cuaternarios y terciarios no consolidados de la formación Chaco. La salinidad de su agua subterránea aumenta a lo largo de la dirección de flujo, que es de oeste a este, y su velocidad se estima en el rango de 20 a 46 m/año. La recarga de este sistema acuífero tiene lugar en la región boliviana a través de la infiltración directa de precipitación y agua del río, en las colinas sub andinas (serranía Aguaragüe). No hay explotaciones mineras de importancia en su cuenca.
• El acuífero semiconfinado más importante de Argentina es el Puelche dada sus reservas, calidad, explotación actual y diversidad de usos. Su extensión es del orden de 240.000 km² y alcanza a las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires, cubriendo en esta última unos 92.000 km². El espesor del Puelche varía entre 20 y 90 m, y aumenta ligeramente hacia los ríos Paraná – de la Plata y marcadamente hacia la cuenca del Salado y el Cabo San Antonio. No hay explotaciones mineras de importancia en su cuenca
Los acuíferos presentes en las zonas de interés minero corresponden a las Regiones Hidrogeológicas 9 y 10 del mapa anterior que abarcan las provincias de Catamarca (parcialmente), La Rioja, San Juan, y Mendoza.
La Región 9, que comprende la precordillera, cordillera Frontal, cordillera Principal y sus valles, se ubica en el sector oeste de la Argentina con una superficie de 129.000 km².
Los principales valles son: Iglesia, Calingasta, Barreal, Uspallata; luego al Este, en depresiones precordilleranas: Jáchal, Gualilán, Matagusanos y Ullum-Zonda, vistos de Norte a Sur.
Son cuencas elongadas con dirección Norte/Sur, rellenas por conos aluviales coalescentes y recargadas por ríos y arroyos de deshielo como Los Patos (49,7 m³/s). La población no supera los 20.000 habitantes que se concentran en localidades distribuidas a lo largo de ríos y zonas de descarga de agua subterránea. La actividad económica principal es la agrícola (forestal, frutales, pasturas, aromáticas), la ganadería caprina y el turismo.
Respecto de los recursos hídricos disponibles en dichos acuíferos cabe destacar que los sedimentos que rellenan estos valles poseen espesores entre 40 y 270 m. Los acuíferos son libres y los pozos arrojan caudales del orden de 100 m³/h, con rendimientos específicos de hasta 55 m³/h. El agua es de buena calidad y apta para cualquier tipo de cultivos.
La Región 10 comprende el pedemonte y la llanura cuyana. Esta ocupa el sector oeste del país donde cubre unos 86.000 km². Los relieves montañosos de rumbo general Norte-Sur, constituidos por rocas de diferentes edades (Paleozoico al presente), definen cuencas rellenas por sedimentos de distinto origen con variada granulometría y espesor. Son alimentadas por cursos fluviales de régimen nivoglaciar y constituyen importantes cuencas de agua subterránea, que se explotan intensamente para riego y, en menor medida, para uso industrial, ganadería y consumo humano. Se destacan, entre otras, las cuencas del Valle de Tulum y de los ríos Tunuyán, Mendoza, Diamante y Atuel.
Los principales acuíferos se alojan en terrenos sedimentarios del Terciario superior y del Cuaternario. Los últimos consisten en abanicos aluviales que, hacia el este, pasan a la llanura aluvial extendiéndose hasta el río Desaguadero. El espesor de los sedimentos que albergan estas cuencas de agua subterránea varía entre unas decenas y unos 600 m y almacenan acuíferos libres, semiconfinados y confinados.
Es decir, que en general son acuíferos de una fuerte disponibilidad de agua dulce de buena calidad.
Como una referencia, los usos del agua subterránea en esta cuenca se pueden visualizar en la tabla a continuación, donde se observa que, frente a 20.000 pozos en explotación en la provincia de Mendoza, solo 15 corresponden a explotaciones mineras y petrolíferas.
Detalle de pozos por uso y por cuenca
Para la provincia de Mendoza se cuenta con el detalle de pozos según cuencas controlados por la Dirección General de Irrigación (Ver cuadro 1).
Estos datos detallados corresponden Mendoza. Esta provincia tiene tradición, junto con otras provincias cuyanas, de llevar un registro ordenado y cuidadoso de las fuentes y usos del agua. Lamentablemente otras donde también esto es importante no cuentan con registros de igual detalle y confiabilidad, tales como Chubut y Santa Cruz.
Agua dulce
El tenor de contenido salino del agua depende de los tiempos de permanencia entre los estratos a través de los que percola y de las características geoquímicas de los mismos, puesto que el agua termina adquiriendo y transportando las sales que disuelve a su paso.
El agua proveniente de deshielo, prácticamente destilada, que se infiltra en la cabecera de una cuenca puede llegar a tener un contenido salino que la vuelva no apta para consumo. De hecho, en suelos kársticos (rocas calcáreas) el agua alcanza a disolver macizos de roca con elevado contenido de calcio para conformar grandes cavernas y túneles.
Aguas salobres
Tanto las aguas superficiales como las subterráneas pueden tener elevado contenido salino e incluso contener arsénico y flúor que no las hace aptas para el consumo humano ni para riego. Aguas con elevado contenido de arsénico y flúor generan un severo problema de salud pública en provincias como La Pampa y Santiago del Estero.
La minería tiene la posibilidad de usar agua de mala calidad, tanto sea salobre, como incluso salada. Por ejemplo, en Famatina (Argentina), un eventual proyecto puede usar agua del río Amarillo, la que no es apta por razones naturales para el consumo agrícola y humano. En lugares con muy poca agua como en el norte de Chile, incluso se utiliza agua de mar desalinizándola, como en Michila, El Tesoro y Escondida o directamente agua salada como en Esperanza, una práctica que se está extendiendo a otros proyectos. En Argentina, un proyecto cercano a la costa en Santa Cruz también considera la posibilidad de operar con agua de mar.
Consumos de agua competitivos con la minería Uso humano
Se considera que 80% de la población de Argentina cuenta con conexión domiciliaria a una red de agua potable y que sólo 47% posee conexión domiciliaria a red de cloacas (alcantarillado sanitario), proporción que se amplía a 90% cuando se consideran sistemas de saneamiento mejorado. Solamente 12% de las aguas residuales recolectadas son tratadas antes de su vuelco a los cuerpos hídricos receptores.
Se estima que el promedio nacional de producción de agua potable por habitante es de 400 litros por día con un amplio rango de variación entre las provincias que oscila entre un máximo de 650 l/h/d en San Juan y un mínimo de 170 l/h/d en La Pampa. El agua no contabilizada constituye uno de los principales problemas de eficiencia en los servicios de agua potable. Se calcula que las pérdidas en la red y la subfacturación por conexiones clandestinas y desactualización de los catastros de usuarios representan entre 35% y 45% del agua producida.
Por esto se estima que el consumo promedio en la Argentina se encuentra alrededor de los 250 l/h/d pero con máximos de hasta 400 l/h/d. Este alto nivel de consumo, comparado con el que se registra en numerosos países del mundo y de América Latina, en buena parte se explica por el bajo desarrollo de micro medición en los consumos que prevalece en los sistemas de la Argentina, sobre todo en la mayoría de los servicios de las grandes ciudades en los cuales la facturación a los usuarios se basa en regímenes tarifarios del tipo “canilla libre”. En este sentido, según antecedentes internacionales, el consumo medio que registran los sistemas que operan con micro medición generalmente se encuentra por debajo de los 200 l/hab/d.
En provincias de la zona andina, que en general corresponden a zonas áridas o semiáridas, se da el contrasentido que siendo el agua un bien escaso, se desperdicia por un uso no racional y medido de la misma en el ámbito doméstico.
Uso Agrícola
Mundialmente, más de 65% de las extracciones de agua se destinan al riego. El riego consume la mayor parte del agua que se extrae como resultado de procesos de evaporación, de incorporación de agua a los tejidos vegetales y de transpiración de los cultivos. El agua extraída que no es consumida recarga los acuíferos o se evapora.
Aunque el índice mundial de crecimiento demográfico disminuye, el número de personas que pasan a formar parte de la población mundial suma aproximadamente 75 millones por año. A medida que la población aumenta, los recursos hídricos per cápita disponibles son más restringidos, por lo que se hace necesaria una mayor productividad agrícola para poder compensar dicho crecimiento. Para satisfacer el aumento estimado de la demanda entre 2000 y 2030, se prevé que el cultivo de alimentos en los países en vías de desarrollo aumente en 67%. Al mismo tiempo, la mejora continua de la productividad debería hacer posible un incremento previsto de 14% en el uso de agua con fines agrícolas.
Uso industrial no minero
La industria es un usuario importante de los recursos hídricos y la que más contribuye al desarrollo económico y social de los países por su alta participación en el producto bruto interno (PBI) de los mismos. Para garantizar su desarrollo, la industria ha de disponer de un suministro adecuado de agua; en contrapartida, debería comprometerse a que el agua utilizada en los procesos industriales sea usada de manera eficaz y no vuelva a la naturaleza como efluentes no tratados que contaminen el medio ambiente. Según las regiones, mucho más que el volumen efectivo de agua usado por la industria lo que preocupa es el impacto negativo de ésta sobre el medio ambiente acuático. La calidad del agua se está deteriorando en muchos ríos y lagos en todo el mundo, y el medio ambiente marino también está siendo afectado por la contaminación industrial. Gran parte de este tipo de actividad en los países de ingresos medios y bajos se ve acompañada por unos niveles innecesariamente altos de consumo y contaminación del agua. El uso industrial del agua aumenta según el nivel de ingresos del país, variando desde 10% en países de ingresos medios y bajos, hasta 59% en países de ingresos elevados. Se estima que, en los países en desarrollo, 70% de los efluentes líquidos industriales se vierten al agua (ríos, lagos, mar) sin tratamiento descontaminante.
Los usos principales del agua en la industria son:
• Sanitario: en inodoros, duchas e instalaciones que garanticen la higiene personal.
• Transmisión de calor o refrigeración: es por mucho el que más cantidad de agua emplea en la industria. Aproximadamente el 80% del agua industrial corresponde a esta aplicación, siendo las centrales térmicas y nucleares las instalaciones que más agua requieren.
• Producción de vapor: suele estar dirigida a la obtención de un medio de calentamiento del producto que se desea elaborar.
• Materia prima: el agua puede ser incorporada al producto final, como en el caso de la producción de bebidas, o puede asegurar un medio adecuado a determinadas reacciones químicas.
• Utilización como disolvente en los diferentes procesos productivos.
• Tareas de limpieza de las instalaciones.
• Generación de energía: las centrales térmicas usan vapor de agua para el movimiento de turbinas y refrigeración. Las centrales hidroeléctricas requieren grandes cantidades de agua, pero su utilización es no consuntiva y sin alteración alguna.
Para producir o fabricar algo, siempre hace falta agua y si bien no todas las industrias tienen los mismos requerimientos, todas consumen agua.
La industria del papel y cartón requiere el 27% del consumo industrial, debido a la gran necesidad de agua asociada a la fabricación de pasta de papel.
De igual manera, las industrias químicas requieren un 25%, aunque% de dicho consumo. La mayor parte de estas instalaciones disponen de sistemas de recuperación que permiten la reutilización en proceso del agua depurada.
Las industrias agroalimentarias y explotaciones ganaderas se llevan un 17% del total del consumo industrial. Las industrias de bebidas incorporan el agua consumida como parte de su producto final.
La producción y transformación de metales suman un 13%. Las instalaciones de fabricación de elementos de acero consumen gran cantidad de agua debido a los sistemas de refrigeración utilizados.
Las instalaciones de combustión utilizan un 5%.
Las industrias de gestión de residuos utilizan un 1% debido a que los vertederos sólo suministran agua en camiones cisterna para uso sanitario, y reutilizan el agua de lluvia recogida en reservorios para usos no sanitarios.
El Instituto para la Educación relativa al Agua o Red de Huella del Agua (Institute for Water Education o Water Footprint Network), de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) es uno de los organismos que la determina y aporta el ejemplo del Cuadro 2.
Continúa en edición 147.