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Masa crítica

En el ámbito de la sociología, se denomina \»masa crítica\» a la cantidad de personas a partir de la cual un fenómeno concreto tiene lugar y adquiere una dinámica propia que le permite sostenerse y seguir existiendo, incluso crecer. Particularmente siento que, por primera vez en muchos años, llegamos a la masa crítica necesaria para que se pueda combatir con la energía indispensable el fenómeno de lo que yo denomino las “Malas prácticas en el transporte automotor de carga” en la República Argentina. Por el Ing. Ricardo D. Villamonte, director Industrial Systems S.A.
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EDITORIAL

 

*Por el Ing. Ricardo D. Villamonte, director Industrial Systems S.A.

En el ámbito de la sociología, se denomina \»masa crítica\» a la cantidad de personas a partir de la cual un fenómeno concreto tiene lugar y adquiere una dinámica propia que le permite sostenerse y seguir existiendo, incluso crecer. Particularmente siento que, por primera vez en muchos años, llegamos a la masa crítica necesaria para que se pueda combatir con la energía indispensable el fenómeno de lo que yo denomino las “Malas prácticas en el transporte automotor de carga” en la República Argentina.

La idea de combatir estas malas prácticas empezó hace ya muchos años con la instalación, por parte de la Dirección Nacional de Vialidad (DNV), de unas 40 balanzas (20 de peso completo y 20 de peso por tándem). La obvia obsolescencia de estos primeros puestos de control con balanzas mecánicas, las fueron dejando, literalmente, en el camino. Incluso durante años se utilizaron balanzas de pesar por ruedas, también mecánicas, que sufrieron similar proceso y hace ya años que quedaron en desuso.
Igualmente, organismos como la DNV y algunas  Vialidades Provinciales, hicieron esfuerzos e invirtieron para ejercer algún control para evitar estas “malas prácticas”. Pero el fenómeno era y es tan difundido, que estos esfuerzos no llegan realmente a tener los resultados esperados. El uso muchas veces de herramientas inadecuadas, los se

mpiternos escasos presupuestos, el relativo conocimiento de la dimensión real del fenómeno y sus efectos en la sociedad, y muchas otras cuestiones que ya fueron explicitadas suficientemente en diversos análisis, muchos de ellos publicados en distintos medios; contribuyeron a la falta de resultados positivos acordes a la dimensión del problema. Incluso en cierta medida lo atribuyo a la lucha, en soledad, de las Vialidades, con casi nula intervención de otros organismos o poderes del Estado, tanto nacionales como provinciales o municipales. Ocurren casos en que Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) – Aduana, controla el ingreso en diferentes pasos fronterizos de mercadería de importación, y si el vehículo que transporta la carga está sobrecargado, solo se les controlan los papeles en cuanto a su concordancia con la carga transportada, y luego se los deja pasar.

 

CONSECUENCIAS DE LAS MALAS PRÁCTICAS

En estos últimos años este fenómeno de las “malas prácticas del transporte automotor de carga”, con foco en la “sobrecarga” como principal problema, se volvió tema de discusión en múltiples ámbitos, con fuerte toma de conciencia sobre los daños, causalidad e irracionalidad. Una de las definiciones más acertadas de la palabra “sobrecarga” nos da una acabada noción de su más perverso significado: efecto de saturación u ocupación completa de una cosa, que impide su funcionamiento normal.
Haciendo nuevamente un racconto de los peores efectos de estas “malas prácticas” sobre la sociedad en su conjunto, tenemos:
Inseguridad Vial: definida como una perversa forma de autodestrucción de la sociedad.
Evasión impositiva: definida como el impago voluntario de tributos establecidos por ley.
Daño a los bienes públicos: costos millonarios que afectan negativamente a las finanzas de la sociedad.
Huella ecológica: definida como el indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes y que acá se relaciona con la sobrecarga y la mala estiba, al dañar la ruta y toda infraestructura que debe ser reparada antes de su vida útil proyectada.
Hago mención a la “huella ecológica” pues contrario sensu de lo que sostienen muchas personas respecto de la mayor contaminación que producirían mayor cantidad de vehículos de carga circulando para que ninguno lleve sobrecarga, cuando se contrapone con la “huella ecológica”, producto de las reparaciones necesarias en los caminos destruidos por la sobrecarga y la mala estiba, tan falaz argumento pierde total validez.
Quizás también cabe mencionar acá, solo para que sea tenido en cuenta como otra de las consecuencias no deseadas, el muy mencionado “desarrollo sostenible”, “sustentable” o “perdurable”. Veamos su origen:
Desarrollo sostenible: término que nace en 1987 en el conocido “Informe Brundtland” de la Organización de Naciones Unidas (ONU). El mismo enfrenta y contrasta la postura de desarrollo económico actual con el de sostenibilidad ambiental. Se llama desarrollo sostenible al que es capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de las futuras generaciones.
Resulta ser que el costo implícito en vidas perdidas o daños a las personas en infraestructura vial, costos materiales de cada accidente vial y de la evasión de impuestos implícita en la sobrecarga es realmente notable y preocupante. Difícil hablar de desarrollo sostenible frente a costos tan manifiestos.

 

LA SOBRECARGA COMO UN FLAGELO SOCIAL

Una sociedad que se dice democrática y moderna (en el sentido habitual, no en el sociológico), no puede permitirse no adoptar Políticas de Estado que posibiliten combatir los diferentes graves problemas que la afectan. Asociaciones varias, Vialidades, funcionarios, periodistas, universidades, academias, profesionales, revistas especializadas, instituciones científicas y muchos otros más hablan del tema, empiezan a hacer propuestas, y se habla de utilizar tecnologías de avanzada, se analiza la normativa actual en nuestro país, y fundamentalmente se toma conciencia de la gravedad de este flagelo.
La utilización por mi parte del término flagelo, no es ni exagerada ni desacertada, ya que flagelo es “todo hecho o suceso que tiene efectos muy negativos en una persona o una comunidad” y creo que ya no se puede poner en duda que, las por mí llamadas “malas prácticas”, realmente afectan muy negativamente a la sociedad en su conjunto.
Hay mucho trabajo por hacer, pero debe tenerse conciencia que este proceso que ya comenzó y tomó un impensado impulso, no se detendrá y seguirá adelante. Para eso deben elaborarse herramientas legales, tecnologías, estrategias, y políticas unificadas, que permitan equilibrar fuerzas y finalmente “poner en caja” estas malas prácticas tan difundidas.
Me permito invitar a quienes participan de una u otra manera en el proceso de transporte de cargas por automotor, a trabajar en un ámbito de discusión adecuado, donde se puedan presentar las problemáticas y abordar sus soluciones, con propuestas consensuadas y realistas, donde podamos definir las herramientas necesarias para lograr un control efectivo que nos permita quizás ahorrar unos 740 millones de dólares por año y de muchas vidas humanas.