Entrevista a Guillermo León de ANEV, especializada en ingeniería de seguridad vial. Además, la única empresa en Argentina certificada por iRAP, que propone una nueva forma de evaluar y planificar la seguridad vial. Desde el diagnóstico tecnológico hasta la planificación estratégica, su misión es clara: salvar vidas y optimizar recursos.
En un contexto donde la infraestructura vial enfrenta desafíos crecientes, desde el deterioro físico hasta la falta de mantenimiento y planificación estratégica, emerge una propuesta innovadora con fuerte respaldo técnico: ANEV S.A. Se trata de una empresa joven, pero con una mirada madura y profunda sobre la seguridad vial como política pública.
Conversamos con su referente, Guillermo León para conocer cómo trabajan, qué tecnología utilizan, qué desafíos enfrentan y cómo buscan cambiar la cultura vial en Argentina. La entrevista tuvo lugar luego de su participación en audiencias públicas vinculadas a nuevos proyectos de concesiones viales, donde su propuesta despertó interés tanto en organismos estatales como en empresas privadas.
– ¿Cómo surgió ANEV S.A y cuál es su objetivo principal?
G.L.: La idea nació hace más de un año, con visitas a centros de capacitación y potenciales clientes. Desde el inicio, entendimos que había un vacío importante en cuanto a herramientas técnicas para la evaluación de la seguridad vial. Así fue como desarrollamos un plan estratégico para ofrecer nuestros servicios a organismos públicos, direcciones provinciales de vialidad y empresas privadas. Ya durante el año pasado comenzamos a trabajar bajo la marca ANEV, sigla de Análisis y Evaluación de Carreteras para Seguridad Vial.
Nuestro objetivo como empresa es claro: desarrollar proyectos de ingeniería en seguridad vial, aportando valor técnico a las decisiones de inversión en infraestructura, desde el diagnóstico hasta la planificación y la evaluación de resultados.

– ¿Cómo se diferencia de otras consultoras del rubro?
G.L.: Lo que nos distingue es el enfoque técnico sustentado en datos verificables y tecnología de punta. Ofrecemos herramientas concretas para la toma de decisiones, lo cual es clave en una actividad donde cada decisión implica recursos importantes, y muchas veces vidas en juego. Buscamos ser un “agregado de valor” para los responsables de tomar decisiones, ya sean funcionarios públicos o gerentes técnicos de empresas.
Además, todo lo hacemos con una mirada sistémica: el diagnóstico inicial, la propuesta de intervención y la posibilidad de hacer seguimiento en el tiempo.
– ¿Qué tipo de tecnología utilizan para hacer sus diagnósticos?
G.L.: Contamos con equipamiento de última generación. Nuestro principal recurso es un vehículo equipado con el sistema ViaPIX, un equipo de captura de imágenes de 180 grados que permite realizar un inventario vial completo mientras se circula a velocidades normales (70-80 km/h). Este sistema registra el estado del pavimento, señalización, banquinas, alambrados, alcantarillas, cartelería, arbolado, entre otros elementos de la zona de camino. Todo se procesa mediante un software que permite generar reportes técnicos precisos, medibles y adaptados a las necesidades del cliente.
Además, tenemos equipos para medición de retroreflexión en señalización horizontal (similar a los usados por Vialidad Nacional), medidores estáticos para simbología vial y retro de cartelería vertical, e incluso herramientas para evaluar el espesor de barandas metálicas tipo guardarraíl.
– ¿Qué valor le dan a la información que recogen?
G.L.: Es nuestro insumo más valioso. Consideramos que la información técnica de calidad es la base para cualquier política de infraestructura efectiva. Permite tomar decisiones con criterio, evitar gastos innecesarios y hacer un seguimiento real de las inversiones. Muchas veces se invierte en señalización, cartelería o mantenimiento sin tener una evaluación previa. Nosotros proponemos que antes de gastar, se mida. Y después de intervenir, se vuelva a medir.

– ¿En qué proyectos han trabajado recientemente?
G.L.: Uno de los trabajos más importantes que hicimos fue para la Dirección Provincial de Vialidad de Neuquén. Recorrimos entre 20 y 25 rutas provinciales, hicimos el inventario vial completo y presentamos un informe técnico sobre el estado del pavimento y la señalización horizontal. A partir de eso, propusimos un plan de mejoras en seguridad vial.
También trabajamos en rutas provinciales de Santa Fe y Entre Ríos, evaluando zonas críticas como cruces, banquinas en mal estado o cartelería mal ubicada, y proponiendo soluciones técnicas.
– ¿También ofrecen capacitaciones?
G.L.: Sí, ese es otro de nuestros pilares. Creemos en el cambio cultural. La seguridad vial no puede seguir siendo vista como un “gasto”, cuando en realidad es una inversión que salva vidas. Por eso ofrecemos capacitaciones a empresas y organismos, no sólo sobre tecnología, sino también sobre normativa, criterios de diseño, evaluación de riesgos y buenas prácticas.
-Mencionaste también que son la única empresa en Argentina certificada por iRAP. ¿Qué significa eso?
G.L.: iRAP es un programa internacional (International Road Assessment Programme) que establece estándares para evaluar la seguridad vial de rutas en todo el mundo. El año pasado hicimos la capacitación oficial y obtuvimos la certificación como codificadores, lo que nos permite aplicar la metodología iRAP en Argentina.
Esto implica evaluar rutas y clasificarlas según el nivel de seguridad que ofrecen, de 1 a 5 estrellas. Es una herramienta muy potente para establecer prioridades de inversión. Además, trabajar bajo este estándar internacional también le da legitimidad al proceso de evaluación y permite compararse con otros países.
– ¿Creen que las nuevas concesiones viales pueden ser una oportunidad?
G.L.: Absolutamente. Participamos en las audiencias públicas del Plan Federal de Concesiones Viales, tanto del tramo oriental como del de conexión, y encontramos mucho interés por parte de las empresas concesionarias. Ellas necesitan contar con un diagnóstico preciso del estado actual de las rutas, no sólo para cumplir con lo que exige el contrato, sino para planificar bien las inversiones y asegurar resultados.
La seguridad vial no puede quedar afuera de esa planificación. Y nuestra propuesta es muy concreta: ofrecemos un punto de partida técnico, confiable y con muy bajo costo relativo, que les permite definir prioridades y hacer un seguimiento.
– ¿Cuál es el gran desafío para avanzar en seguridad vial en el país?
G.L.: El principal desafío es cambiar el paradigma. En muchos casos, la seguridad vial todavía no se considera un eje central en los proyectos viales. Se la ve como algo secundario, prescindible. Pero la realidad es que sin seguridad vial no hay sostenibilidad posible. Un accidente grave no sólo cuesta vidas, sino también mucho dinero al Estado y a las familias.
Por eso creemos que el camino es hacer docencia, mostrar resultados y convencer con datos. Así como ocurrió con el uso del cinturón de seguridad o con los controles de alcoholemia, que hoy son casi una norma cultural, también podemos lograr que evaluar la seguridad vial sea un paso obligatorio en cualquier proyecto de infraestructura.
– ¿Qué esperan para el futuro?
G.L.: Estamos muy entusiasmados. Creemos que nuestra propuesta puede crecer mucho y que tiene un gran potencial de impacto. Queremos seguir aportando herramientas, sumar alianzas, trabajar con provincias, municipios, concesionarias, universidades. Todo lo que apunte a mejorar la seguridad vial es bienvenido.
Además, sabemos que el camino es largo, pero también sabemos que alguien tiene que empezar. Nosotros decidimos ser parte de ese cambio. Y lo hacemos con compromiso, con tecnología y con una visión clara: rutas más seguras, decisiones más inteligentes, y menos tragedias evitables.